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Viernes, 19 de Abril del 2024
Friday, 12 March 2021

¡Qué sorpresa!

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Tino Mulas Tino Mulas

CLR/Tino Mulas.

¡Estalló la bomba informativa! ¡Tan inesperada que nos ha dejado, sin duda, absolutamente sorprendidos!

Moción de censura. Volte face inesperado de Ciudadanos que puede llevar al partido más votado en las últimas elecciones autonómicas, el PSOE, a ocupar un gobierno que la coalición PP-VOX-Ciudadanos le cerró. Horizonte cercano de cambio político tras 26 años de gobierno del Partido Popular en la Región de Murcia.

 

La verdad es que no sé si alguien se lo esperaba. El gobierno de coalición mostraba algunos roces internos, tanto a nivel de la Región de Murcia como de diversos ayuntamientos de la provincia. Pero de ninguna manera daba la impresión de estar al borde de la ruptura; ni comparación con lo que se ve, por ejemplo, en el gobierno de la nación. Y además desde hace tiempo, como parece indicar el hecho de que las negociaciones entre Ciudadanos y PSOE han durado al mínimo tres meses. La cuestión es: ¿qué ha ocurrido? ¿Cómo hemos llegado a esta situación?

 

Solo podemos especular sobre lo que ha pasado, dado que los protagonistas del asunto no han ofrecido más que explicaciones vagas y genéricas. A grandes rasgos podemos adivinar que las relaciones en el gobierno regional de coalición chirriaban más de lo que se conocía, al igual que ocurría (lo que sí era más visible) en al ayuntamiento de Murcia. Estas diferencias debían ser de calibre para llegar al extremo al que hemos llegado. Por un lado los personalismos, o mejor dicho las diferencias personales, han llevado a una situación límite a la coalición. Por otro Ciudadanos se encontraba ante una disyuntiva que era difícil prolongar.

 

Una disyuntiva simple de enunciar pero complicada de resolver. Los pésimos resultados en las últimas elecciones generales para el partido naranja pusieron a la formación ante una cruda realidad: la derechización que les había llevado a colaborar incluso con la extrema derecha de Vox dejaba en mantillas el carácter centrista del grupo político, lo que hizo que millones de sus votantes buscaran otras alternativas. ¿Para qué votar a Ciudadanos, si parecía ser lo mismo que votar al Partido Popular o incluso a Vox? Muchos votantes lo tuvieron claro: Ciudadanos no era ya el centro, por lo que dejaron de votarlo. El propio presidente del partido y principal responsable del desastre, Albert Rivera, pagó con su dimisión el ¿error? estratégico. Arrimadas, su sucesora en la jefatura de la formación, llego a una conclusión tan sencilla de ver como difícil de aplicar: había que recuperar el centro. La cuestión era cómo hacerlo.

 

A nivel nacional ese giro se hizo evidente en el Parlamento, con un abandono progresivo de la alianza con PP y Vox y diversos intentos de diálogo con el gobierno de coalición. Los resultados se tradujeron en una mejora casi inmediata de las expectativas electorales que las encuestas desvelaban. La dirección, visto lo visto, era la correcta.

 

Pero a nivel regional la cuestión era más complicada. En cuatro comunidades autónomas Ciudadanos sostenía gobiernos del Partido Popular: Castilla y León, Madrid, Andalucía y Murcia. En tres de ellas (Madrid, Andalucía y Murcia) los gobiernos de coalición necesitaban del apoyo de Vox para poder gobernar y aprobar los presupuestos, lo que contradecía claramente el intento de vuelta al centro del partido. En especial en Murcia, esa necesidad se había traducido ya en concesiones al partido de extrema derecha que eran imposibles de ocultar, y que dejaban a Ciudadanos fuera del paraguas, tantas veces abierto, del centrismo y la moderación. Y justo en este momento se estaba elaborando el presupuesto para 2021, cuya aprobación era impensable sin los votos favorables de Vox, cuyas condiciones eran cada vez más evidentes. Así que…

 

Así que Arrimadas, líder nacional de Ciudadanos, debió decidir que la operación de desenganche a nivel regional debía empezar por Murcia. Y así ha sido. Es de suponer que la dirección nacional del partido naranja calculó previamente los efectos de la implosión del pacto de gobierno en Murcia. De hecho, tras la penosa actuación del partido en Madrid, con un vicepresidente Aguado ninguneado, cuando no directamente insultado, por su socio popular (léase Ayuso), la ruptura ha resultado hasta balsámica. A Castilla y León no ha llegado la onda expansiva de Murcia, dado que allí se puede salvar la cara al no depender en absoluto PP y Ciudadanos de la asistencia de Vox para gobernar. En Andalucía la especial idiosincrasia regional, en la que la política de redistribución de rentas no puede ser obviada sin peligro de recibir un fuerte castigo electoral, tampoco ha habido ruptura, ya que la derechización política es poco notoria.

 

Así está la cosa. Se ha abierto un periodo de redefinición de las posiciones en la derecha política, cuyo abandono del centro había sido tan notorio que este había nutrido con sus votos perdidos al PSOE o a la abstención. Lo más probable es que el control de daños por parte de los protagonistas de la crisis impida que las consecuencias, más allá de nuestra Región y Madrid, sean mínimas. Eso sí, en Murcia el cambio se adivina total. O al menos se presume.

 

Y es que, tras veintiséis años de gobierno del Partido Popular, cualquier cambio, por mínimo que sea, supondrá como poco, una novedad.

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