El entendido público que se cobija entre sol y sombra, cercano al portón de cuadrillas solicitó música para aquella singular puesta en escena; un ritual que tuvo a los dos toreros de plata como sumos sacerdotes de una liturgia pagana que culminaron la fantasía torera que hubiese motivado el aplauso de Pepe Bienvenida, Joselito o Montoliú, en una tarde teñida de melancolía.
Antes de este prodigio, David Mora había compuesto unas sinfonías alrededor de los toros que le tocaron en suerte, los mejores del evento. Al primero, de nombre "Mario" le sometió en tandas de derechazos con mucha hondura. El tercio de banderillas había sido complicado y Mora supo consumar una faena llena de dominio, templanza y poder. Después de una estocada entera cortaría un par de orejas.
En su segundo se gustó todavía más y la composición armónica en su conjunto podría ser considerado como la mejor faena del serial ciezano. El "adolfo" llegó a su plenitud de nobleza; repitiendo las arrancadas para ser acariciado por la muleta del torero madrileño a ras del suelo, incluso en algunas fases, barriendo el albero. Luego, la sinfonía quedó sin premio, por el mal uso de espada y descabello...¡¡Pero, qué importa eso!!...Esas esencias de arte siempre quedarán grabadas en nuestra memoria.
El sevillano Daniel Luque, por contra se llevó el lote más deslucido de la tarde. Cierto es, que puso todo su empeño, y únicamente pudo, a base de mucho insistir y en un trastero que fue de más a menos, cortar una oreja de "Tomatillo"; el segundo de su lote.
Nada más abrirse de capa, vimos la mejor predisposición de Antonio Puerta. Magníficas verónicas que dieron paso a dos emocionantes puyazos de aplausos. En el tercio de banderillas, brilló con luz propia Fernando Sánchez. La primera tanda de derechazo hicieron presagiar una faena pletórica de temple y dominio, y con el transcurrir le faltó ligazón, quedando en una labor intermitente. A pesar de una media tendida y un par de descabellos el presidente Mariano Molina le concedió una oreja.
En el último toro; segundo de Puerta, sólo tuvimos el placer inconmensurable de vivir la magia, los chispazos geniales que nos regalaron Sánchez y Cama. Las embestidas de "Jardinero" fueron sosas, deslucidas y sin transmisión. Lo liquidó de pinchazo y entera, recibiendo otra oreja.
En memoria y respeto por la muerte de Dámaso González ni Puerta, y tampoco Mora quisieron salir a hombros. Los toros tuvieron una magnífica presentación, recordándonos que el toro-toro todavía existe; el trapío, cornamentas abiertas y ofensivas y sobre todo la fiereza que les alejaban del torito casi doméstico; tan amado por las llamadas "figuras".
De la entrada de público al coso, cuesta escribir que la asistencia fue menos de media plaza.