Eran las 12 en punto de la noche cuando las campanas de la Basílica de la Asunción anunciaban el comienzo de la procesión del silencio, y con ellas la salida por la puerta principal de la Basílica de la Asunción de la imagen que en 1941 esculpiera Juan González Moreno.
Y como no podía ser menos, la plaza Mayor se llenó de ciezanos y visitantes que no se quisieron perder, un año más, la enorme estampa del Cristo abandonando su residencia habitual durante todo el año.
La luna llena, junto al grupo de nazarenos de la cofradía, y una música donde primaban los violines, acompañaron al Cristo de la Agonía por una calles abarrotadas de personas que esperaban el paso de la procesión.