Los públicos amantes de esta insólita fiesta y que sobreviven al "sunami" antitaurino de estos tiempos, desean fervientemente disfrutar con un espectáculo cuyos protagonistas: toreros, ganaderos y empresarios no parecen ir de la mano, dejando mucha incertidumbre en el devenir futuro de este ritual donde la belleza, arte, vida y muerte forman un nexo único.
Este miércoles, en ese singular "teatro de los sueños" que es "La Deseada" vivimos un espectáculo donde el fundamento apenas existió: el toro; que viene a ser la materia prima de esta liturgia pagana. Los de procedencia Murube tuvieron una presentación escasa, inofensivos de pitones, desrazados y avantos de salida. El sexto, que completaba el encierro fue un torito anovillado de la ganadería manchega de Daniel Ruiz.
El torero murciano Rafaelillo dio y puso toda su enorme voluntad en sus dos oponentes. Su primero, un toro de escasa sustancia, hizo que su repertorio a base de una larga cambiada de inicio, verónicas y chicuelinas, arrancaran los "olés" del publico. Después de un "picotazo" del picador, Rafaelillo, pletórico de pundonor y ganas de agradar conformó una faena variada, aunque la quietud no forme parte de su estilo torero. Mato de estocada trasera y recibió una oreja. En su segundo, mas de lo mismo, aunque esta vez su oponente tenia mejor presencia. Lo intento matar recibiendo, hasta en dos ocasiones que resultaron fallidas, finiquitando con una entera. Se le concedió otra oreja.
Miguel Angel Perera no parece vivir su mejor época como torero. Descolgado de los primeros puestos de gran figura, que en otros tiempos disfrutara. Ahora es un referente un tanto lejano de lo que fue. Su primero fue el mas "avanto" de todos, llegó a dar hasta tres vueltas en su salida. Al intentar lancearlo, al hilo de las tablas, el animal le puso en aprietos. Hizo un esbozo de faena ante un toro con intenciones de rajarse. Lo verdaderamente extraño llego a la hora de matar: hasta en dos ocasiones colocó la espada atravesada, "haciendo guardia"; es decir, saliendo por el costado contrario. Al final lo pasaportó con media estocada. Hubieron algunos pitos, ligeros abucheos y al final, el cariñoso publico ciezano le premio con una cálida ovación que él agradeció desde el interior del callejón.
En su segundo, pequeño y cornigacho de pitones, a la larga fue el mas bonancible en la muleta. Y ahí fue donde Perera intentó resucitarse a si mismo, a base de porfiar varias series de naturales y derechazos que tuvieron conexión con el público. Aun así, la faena no sustentaba la ligazón y profundidad de otros tiempos. Remató con una estocada trasera y dos descabellos. Recibió generosamente dos orejas.
El ultimo eslabón de la mayor saga torera de la historia, es decir Cayetano Rivera, intentó dominar las embestidas de su primero, pero aquello fue imposible. Luego, el animal blando y escaso de fuerzas; en una de sus caídas quedó mermado en una de sus patas. Rivera no obstante quiso maquillar la situación, hilvanando algunas tandas, sobre todo por la derecha, llenas de pinturería y clasicismo ante un animal invalido. Estocada y dos descabellos. Silencio. En el anovillado sexto, desgrano un ramillete de verónicas rematadas con dos medias, que hicieron crujir los tendidos. Quizás, influido por el éxito de Perera, el torero madrileño lo intentó, en un inicio de faena vibrante pero que no tuvo continuidad. Los iniciales pases por bajo tuvieron un gran sabor, pero todo quedo ahí, difuminándose en el tiempo. Dio dos pinchazos sin soltar y luego se eternizo con el descabello. Silencio, algunos pitos y aplausos de sus admiradoras. José Mora y Joselito Rus colocaron los palos con brillantez.
La banda de música dirigida por el maestro Garcia-Alcázar recibió uno de los mas rotundos "olés" cuando en la faena de Perera a su segundo sonó el solo de trompeta del pasodoble "Nerva". La plaza registro un poco mas de dos tercios.
