Esta crónica que hoy me dispongo a escribir debía haber sido escrita la noche del tres de mayo, pero sin embargo, hoy es cinco de mayo. La lluvia nos dejó otra vez tremendamente desilusionados. Últimamente cualquier intento de procesión se convertía en una mala pesadilla de la que no había forma de despertar, hasta hoy. Él, que era sacado en rogativas para traer la lluvia, ha querido poner tierra de por medio y abrir el cielo para poder regresar en loor de multitudes a su Ermita.
A las seis de la tarde las campanas de la Basílica de la Asunción repicaban a gloria. El ‘’Faro Luminoso’’ volvía a ver la luz que el Viernes Santo le fue robada. Sonaba ‘’El Cristo del Perdón’’. El Maestro Gómez Villa ponía la sintonía a una tarde llena de recuerdos, momentos y añoranzas de lo que pudo ser, y no fue.
Con sigilo, sin hacer apenas ruido, pero con paso firme caminaba el Santísimo Cristo del Consuelo por las calles de Cieza. Miles de miradas se fundían con el Señor de Cieza. Son las miradas los mensajes mas directos que hoy han sido lanzados desde los corazones al único consuelo del ciezano. Son las miradas las peticiones más sentidas de aquellas ancianas que, agarrando con fuerza los pétalos que le tirarán al Señor, contienen los anhelos, los recuerdos de los que ya no están y Dios sabe que súplicas salidas desde su corazón. Hoy, y siempre, el Cristo camina por las calles de Cieza acompañado de miles de miradas. Miradas de la enferma que se recuperó y que hoy le lanza pétalos recogidos de la huerta de su corazón. Son esos pétalos las peticiones para poder volver a encontrarse frente a Él en la tarde del Domingo de Ramos.
El Rey Duerme, Penitente Ciezano, Jerusalén o Crucifixus. Ninguna faltó a la cita del tres del mayo, con la salvedad de que hoy es cinco de mayo, pero ¿y que mas dará si la Gloria Bendita estaba en la calle? La Calle Buitragos volvió a ser epicentro de la devoción del ciezano en forma de coloristas e impresionantes petaladas. Elemento evocador de cada tres de mayo.
Con una petalada era recibido el Cristo del Consuelo en una Esquina del Convento a rebosar de gente. Era la antesala del momento más esperado por todos los ciezanos: la llegada al final de la Calle Mesones. Donde todo cambia. Pasamos de la solemnidad a la alabanza en forma de letra salida de todos y cada uno de los ciezanos que no han dudado en acompañar al Faro Luminoso de regreso a su Ermita en esta luminosa y devocional tarde del cinco de mayo.
Los cohetes se fundieron con el himno que todo ciezano se sabe, casi, desde la cuna. Las campanas recibían a su más querido vecino. Terminaba este cinco de mayo tan extraño. El Cristo del Consuelo volvía a abrir las puertas de su celestial mansión para ser Consuelo de todos los ciezanos que a sus plantas acudimos cuando la vida nos manda oscuridad y tinieblas.
336 días en los que los ciezanos llevaremos nuestra cruz a su Ermita para que nos ayude a soportarla. Nos casaremos, seremos bautizados y siempre acudiremos a sus plantas con la certeza de que seremos escuchados, consolados y cuidados, por que como dice su himno: ‘’Ante tu imagen reza con fe todo ciezano, el anciano y el niño , el hombre y la mujer’’.
