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Viernes, 19 de Abril del 2024
Saturday, 30 January 2016

Cieza está sucia

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Tino Mulas Tino Mulas

CLR/Tino Mulas.

Y me quedo corto. En realidad, Cieza está muy sucia.

Todas las mañanas, cuando voy a trabajar, veo a las brigadas de limpieza realizar su trabajo. Máquinas y personas retiran de las calles kilo tras kilo de basuras de todo tipo, y las dejan en estado de revista. A las pocas horas, la basura vuelve a tomar las calles y por la tarde nuestras aceras son, en buena medida, un auténtico estercolero. ¿Qué es lo que pasa en Cieza?.

 

Ejemplos reales vividos por quien esto firma. Una mañana, sobre las diez, un señor de edad va por medio de la calle pelando una naranja con un cuchillo. Es un experto, la monda sin retirar el cuchillo de la piel, que sale de una sola pieza. Y de repente, el señor tira la larga monda al suelo. Al ver que lo observamos, no sé si por vergüenza o por diversión, se lía a patadas con la monda en un intento por acercarla al bordillo de la acera, que acaba con la piel partida en varios trozos a lo largo de toda la calzada, ensuciando aún más. Y eso, con una papelera muy cerca de la escena.

 

Otro ejemplo. Por una céntrica calle de Cieza pasea por la tarde un matrimonio joven con su hijita de unos seis o siete años. El padre saca un paquete de tabaco del bolsillo, lo abre, extrae un cigarrillo, aplasta el paquete vacío y lo tira al suelo con desdén. Su hija le dice, literalmente: “Papá, dice la maestra que no hay que tirar basura al suelo, que hay que tirarla en la papelera”. Respuesta de papá: “Tu maestra no sabe nada, yo tiro lo que me da la gana, que lo limpien los barrenderos”. Y todo ello ocurre, de nuevo, junto a una papelera.

 

¿Más? Pues más. Una joven pasea a su perro por una calle de nuestro pueblo. El perro se detiene y comienza a hacer sus necesidades. La chica rebusca en su bolsillo y saca un pañuelo de papel. Pero en vez de recoger los excrementos, le limpia el trasero al perro y tira el pañuelo al suelo, junto a los excrementos. Nuevamente, todo ocurre junto a una papelera.

 

Un último ejemplo. Camino por una acera y veo un coche cuya puerta se abre. Emerge una mano y vuelca en las baldosas un cenicero del que caen, como luego puedo comprobar, montones de colillas, chicles y envoltorios. Se cierra el coche y, mientras arranca, el conductor o conductora arroja todavía un pañuelo de papel usado por la ventanilla.

 

Ejemplos como estos son el pan nuestro de cada día en Cieza. El estado de las calles, en especial por las tardes, es lamentable. Papeles, envoltorios, restos de comida, botellas vacías, excrementos de perro y otros muchos detritus tapizan las aceras del pueblo. El efecto es tremendamente negativo. Yo personalmente he podido observar a muchos forasteros quedarse desagradablemente sorprendidos ante la suciedad de nuestras calles, y preguntar incluso si había en marcha una huelga de barrenderos o algo parecido. Y he pasado vergüenza al tener que explicarles que no, que no había huelga, que lo que sucedía es que mucha gente, lisa y llanamente, tira al suelo todo tipo de residuos.

 

No voy a decir que todos tenemos que colaborar en la solución del problema. Porque muchos ciezanos y ciezanas ya cumplimos con lo que el civismo nos dicta, y recogemos los excrementos de nuestros perros, nos guardamos los envoltorios en los bolsillos hasta que encontramos una papelera o guardamos en una bolsa el contenido del cenicero del coche para tirarla después a la basura. Lo malo, el problema, es que muchos otros y otras no lo hacen. Y se nota.

 

Desde pequeños, en los colegios primero y los institutos después, se intenta inculcar a nuestros pequeños y jóvenes lo esencial del civismo. Se les enseña que arrojar desperdicios al suelo es de mala educación y constituye una falta de respeto a los demás. Y lo interiorizan. Pero como la educación se construye en su mayor parte en casa, en el seno de la familia, si la familia no rema en el mismo sentido que la escuela, el niño o la niña acabarán haciendo lo que vean hacer a sus padres. Recuerde el lector el ejemplo, absolutamente real, que he mencionado antes. Y llegada ya cierta edad, el cambio de hábitos es muy difícil. Y lo peor es que estos ya jóvenes, llegados a la edad adulta y convertidos ellos mismos en padres, lo más probable es que transmitan a sus hijos los mismos malos hábitos que aprendieron de sus padres.

 

¿Y qué decir de la suciedad que producen nuestras mascotas? Yo mismo tengo un perro, y me siento avergonzado cuando veo cómo muchos, demasiados dueños de perros, dejan en la acera los excrementos que producen sus canes. Literalmente, hay que ir mirando por dónde pisas cuando caminas por las calles de Cieza, porque si no, y con toda seguridad, acabarás pisando alguno de los “recuerdos” dejados por nuestros perros. Me gustaría recordar a mis compañeros amigos y dueños de mascotas que tener una constituye una responsabilidad, y que nuestros canes no tienen conocimiento y que hacen lo que hacen allí donde les entran las ganas de hacerlo. Pero nosotros, sus dueños, sí tenemos conocimiento, aunque a veces nos falta la educación y el civismo que cualquier propietario de un perro debe tener. Y es que, al final, y al igual que en el caso anterior, se trata de una cuestión de civismo. Y de educación.

 

En Cieza es habitual oír a muchos de sus vecinos culpar a las autoridades municipales del estado de suciedad de nuestras calles. La verdad es que no soy un experto en limpieza de calles. Pero sí que, como decía al principio, veo todas las mañanas cómo se limpian, y veo que no mucho después están nuevamente sucias. Y me da la impresión de que no son las autoridades municipales las que ensucian las calles.

 

Ruego a quienes ensucian el pueblo que dejen de hacerlo. Pido a quienes arrojan al suelo todo tipo de basuras que no me hagan pasar vergüenza ante los forasteros que, viendo tanta suciedad, creen que todos los que vivimos en Cieza somos igual de incívicos. Exijo a los dueños de perros que recojan los desechos que sus amigos caninos producen, para que yo no tenga que enfrentarme más veces a vecinos airados que me culpan a mí, que siempre recojo los excrementos de mi perro, de lo que hacen (mejor dicho, de lo que dejan de hacer) los demás. Recomiendo al conductor que quiere vaciar su cenicero que se lleve una bolsa, lo vacíe allí y busque una papelera o contenedor para depositarla.

 

Seamos, sean ustedes, un poco más cívicos. Dice mucho de una persona, de una población, de una ciudad, lo limpias o sucias que están sus calles. Y lo que dicen las nuestras de nosotros no es nada bueno. Todo lo contrario. Demos una buena imagen, y respetemos al mismo tiempo a los demás.

 

Cieza está sucia. Hay que mantenerla limpia.

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