Creo en las tradiciones. El número 8 es mi capa en la que esconderme cuando tengo miedo a la incertidumbre. A mi abuela Juana le encantaba el 8, siempre compraba números de lotería terminados en 8 y murió el 8; por todos esos motivos siempre compraba un décimo para el sorteo del 22 que terminara en 8, sus últimos años de vida se los regalaba yo. La cuestión, que me desvío, es que este año, pese a su hiriente ausencia, le propuse a mi madre mantener la tradición de comprar un décimo acabado en 8. Al principio no le convenció la idea, le tenía tomada la receta a la lotera, pero, si la Juana lo compraba ahí yo, su obediente nieto, iba a ir a comprarlo a esa administración. Para mí fue todo un acontecimiento ¡Fue realmente emocionante prepararme para ir a mantener la tradición pese a que la Juana ya no estaba! Saqué a mi hermano de la Biblioteca y me lo llevé conmigo. Ahí íbamos los dos, cada uno en sus cosas, sin embargo, íbamos a por el fin común: el décimo de la Juana. Entramos en la administración de la Calle Mesones, si la de la Calle Mesones, porque este artículo va para ti, lotera amargada, por si no te has percatado; entramos y le pido un décimo para el Niño, yo la verdad que estaba pensando ya en la lotería de ese sorteo, pero, desperté y corregí mi error: ‘’Perdona, perdona es para el del 22, disculpa, me he equivocado’’, su respuesta: VAYA TELA, VAYA TELA, con las sílabas muy marcadas para que me enterara de su enfado, así como si esa mujer fuera perfecta y nunca se equivocara en nada. Total, no le di importancia, mi hermano eligió el décimo, lo pagué y nos fuimos, pero yo me fui con la bombilla apagada y pensando en la contestación de la lotera. De esa situación nació este artículo y es que, queridos lectores, si han tenido un mal día, no lo paguen con los demás. Ustedes no saben qué le pasa a la otra persona, porque acude a ti o porque acude a tu comercio a comprarte una u otra cosa. El mundo ya vemos como está, patas arriba, y los telediarios, como leí hace poco en Twitter, solo hablan de pandemia-volcán, volcán- pandemia, una alegría tremenda para desayunar, comer y cenar; por lo tanto: si ya está el mundo oscuro ¡no seas un cenizo y transmitas a la otra persona tu bombilla chamuscada! Ten un poco de educación y piensa que ya vendrán días mejores, pero, por favor, no jodas a los demás con tus malas formas, tu mala hostia y tú mierda de día porque, si esa persona se ha levantado positivo, puede ser que le jodas lo que le queda de día, sin comerlo ni beberlo, como se dice por ahí.
Luego llenamos las redes sociales de frases positivas, textacos supermotivadores, frases llenas de te quieros y videos de Víctor Küppers hasta en la sopa, pero, tristemente, ahí se queda, no aplicamos absolutamente nada en nuestra vida diaria.
Solo somos unos pocos los que intentamos alegrar el día a los demás, dar los buenos días, las buenas tardes y saludar a la gente; el resto va con la bombilla apagada y jodiéndonos a los demás con su mala hostia pues ¿saben lo que les digo? Métanse su mala hostia por el culo, y usted, querida lotera, la primera.
Os espero en quince días. Mientras sigo observando la vida y esperando que no me jodáis ningún día con vuestra mala uva. Circulen.
