Últimamente leo con mucha asiduidad en redes sociales una frase, la verdad bastante inquietante, a mi parecer. La frase dice así: ‘’Éramos felices y no lo sabíamos’’ ¿Quién no lo sabia? ¿Quién no era constancia de la felicidad del presente y de lo que se estaba viviendo? ¿ Que festero, o cofrade no sabia que era feliz al lado de un trono o camino del Puente de Hierro en el ocaso del mes de abril? ¿ Están seguros que ellos eran felices y no lo sabían? Permítanme que dude, mucho, de esa afirmación tan manida estos días en las redes sociales.

El cofrade y el festero si sabían que eran felices. Si sabían que en sus fiestas están mil y un motivo para reír, disfrutar y emocionarse. Ellos si saben que la felicidad era tomarte algo cerca de las personas que conforman tu Kábila, Mesnada o cofradía. Ellos si sabían que eran felices cuando juntos, a la luz de la luna, hacían de las palabras y los momentos recuerdos para la historia de sus vidas. Nadie podrá decir que esas personas que viven todo el año para una fecha eran felices y no lo sabían; es más, si alguno era feliz, y no lo sabia, estoy seguro de que, ahora, ha adquirido ese conocimiento de que eran felices junto a sus festeros y amigos. Eso era la felicidad para ellos, pero, pese al contexto que nos asola, también debemos ser conscientes de que en nuestras casas y calles también se ha sido feliz y se ha disfrutado ¿saben porque? Porque el ciezano tiene memoria y sabe recordar.

El ciezano tiene memoria y sabe que las fiestas traen alegría a nuestras calles, riqueza a los empresarios y vida a nuestra rutina. El ciezano tiene memoria y recuerda todos aquellos momentos que en otros años eran normal que ocurrieran, en una u otra fecha, pero que este año no han podido vivirlos en la calle, pero si en las casas de todos y cada uno de los festeros y cofrades.

Tenemos memoria de pueblo, tenemos memoria de lo que mueve nuestros sentimientos, y tenemos memoria de que pertenecemos a un algo que se nutre de todo lo que en nuestras calles tiene lugar. Pertenecemos a Cieza, con lo que eso implica; por ese sentido de pertenencia el ciezano no sabe doblegarse; el ciezano no sabe lamentarse y quedarse quieto. Somos tierra de gente luchadora, tierra que ha sufrido los achaques de una historia que siempre la ha maltratado, incluso desde que sus futuros pobladores fueron expulsados de Medina Siyasa.

Expulsiones, pestes, invasiones, pandemias, crisis económicas, conflictos bélicos e incluso la misma muerte han intentado acabar con nuestro pundonor, pero nadie puede con el ciezano. Nadie puede con su memoria, y, mientras un solo ciezano recuerde tiempos mejores, Cieza siempre volverá a la memoria de todos los que la conformamos.

Cieza volverá a tocarnos a la puerta para recordarnos que en nuestra memoria siempre se celebrará San Antón, Carnaval, FLORACIÓN, Cuaresma, Semana Santa, Moros y Cristianos, Feria y Fiestas, Romería, otoño y Navidad.

Cieza siempre volverá a brillar como ella solo sabe hacerlo, pero para que vuelva a brillar necesita que seamos conscientes del momento que vivimos. Necesita que todos y cada uno de nosotros la esperemos en la calma de nuestra casa, en la seguridad de nuestros trabajos y en el ejercicio, obligado, del recuerdo.

Cieza no se irá, te esperará. No la decepciones.