Pequeños relatos audiovisuales en forma de canción, breve documental o spot, que te sumergen sin previo aviso en una exhaustiva investigación para descubrir grandes historias. Historias que te acaban regalando conversaciones en las que parece que la velocidad de las agujas del reloj se multiplica por dos y que, posteriormente, acaban siendo el motivo por el que juntarnos a escribir una nueva columna.
Esta vez, podemos dar nombre y apellidos de la persona que nos ha invitado a conseguir que, de nuevo, puedas sumergirte entre estas líneas. Se llama John Lennon y él es: El Tejedor de Sueños. Un músico de los años 60`s que fue capaz de tocar el cielo con las manos y ser un referente para muchos a nivel mundial. A su vez, un ejemplo perfecto para colocar nuestro punto de mira en las ventajas y desventajas que, en ocasiones, puede tener el ídolo en quien lo idolatra. En una de sus canciones, titulada God se atreve a romper con el mito del que formaba parte: “no creo en los Beatles, sólo creo en mí. (...) Ahora soy solo Jhon, así es queridos amigos, tienen que seguir ustedes, el sueño terminó”.
Estas últimas líneas son nuestra fuente de inspiración. Antes de ser fieles a un ídolo, ¿somos conscientes de que detrás de ese personaje hay una persona? Una persona como tú. Con sus defectos y sus virtudes. ¿No os pasa que, a veces, os da miedo indagar sobre el pasado de una persona que admiras por si descubres algo que no te gusta y se te cae el mito? Aquí no importa cual sea la discusión, ni si es en el bar de al lado o en la comida navideña , tampoco el quién. ¿Por qué para buscar la mejor versión de cada uno de nosotros nos fijamos en los de al lado? ¿Acaso existe una persona que se pueda idolatrar al 100%? Permitirnos el lujo de la duda. Pues, competir, por definición es estar en condiciones de ser comparado con otros, y hacerlo con gente que por definición también es competitiva, es lanzarse de cabeza al precipicio de la derrota.
Es difícil no caer en el abismo de las odiosas comparaciones, pues hasta lo más cotidiano está lleno de espejismos. Malditos espejismos y maldita necesidad humana la de medir nuestros logros según los éxitos de los demás. Y cuánto daño están haciendo las redes sociales en este aspecto, donde la vida se presenta como una sonrisa a tiempo completo. Resulta pretencioso que para llenar los vericuetos de nuestro interior necesitemos seguir el ejemplo de los demás. Seguir las sombras de aquellos que escoges como ídolos y permitirte ser tú mismo no es una tarea fácil. Déjennos explicarnos. Manuela Carmena es un hito en la historia de Madrid por su gestión como alcaldesa y por la ternura que desprende; Rafa Nadal tiene el puesto ganado como uno de los mejores deportistas españoles por su constancia y compromiso; Freddie Mercury es el líder de la mejor banda de rock, es un icono de los 80’s por su carisma encima del escenario y por componer himnos como Bohemian Rhapsody, We Will Rock You o Love Of My Live, entre tantos otros. No habrá nadie más como ellos. Nunca. Y no pasa nada. Podemos impregnarnos de parte de su esencia, pero no podemos olvidar que poseemos una propia, y muchos menos dejar que la imagen sesgada que creamos de nosotros mismos actúe como una venda en los ojos que no nos deje ver más allá de la luz radiante que desprenden estos personajes.
Jhon Lennon, cree en la individualidad, en la personalidad propia y única. Y nosotras, como propósito de año nuevo, también lo vamos a hacer.
