Pues bien, o sea...mal; en los últimos meses he tenido que acompañar a dos de mis hijos a sendas consultas médicas al Centro de Salud Cieza Oeste, ubicado en el referido lugar. ¡Horrible! Dejando aparte que en las dos ocasiones (o sea, que no parece casualidad porque, miren por donde, ha sido el cien por cien, dos de dos) tuve que esperar más de hora y media dentro del coche a que salieran de la consulta, a la que por cierto ellos acudieron con rigurosa y germánica (o sea antinatural) puntualidad, lo peor es que tuve que dejar el vehículo mal aparcado en la empinadísima (como un pino de empinadísima) Cuesta Cosme, ¡uff, lo que cuesta subir esa cuesta!, que suele servir de remataera final a quienes disfrutamos torturándonos por rutas y senderos del maravilloso entorno ciezano, temblando (esto enlaza con la frase que empieza en lo peor y termina en Cuesta Cosme) por la integridad física propia y la del vehículo ante el importante volumen de tráfico que registraba la zona, a la que se accede fundamentalmente desde el paseo de Ronda (otra infraestructura insuficiente, malograda e inconclusa después de muchos dineros gastados); se habrán fijado en que yo también practico la construcción fraseológica de pegotazo aquí, pegotazo allá y termino la frase tarde, mal o nunca, vamos, como las infraestructuras urbanísticas y espacios de servicio ciezanos. El Centro de Salud Cieza Oeste es una infraestructura de servicio sanitario público que en sí misma está muy bien, aunque desgraciadamente se les olvidaron los accesos a pesar de que el problema era evidente y se conocía de antemano.

Hubo millones para construir el centro, que es lo que electoralmente interesaba vender en un momento determinado, pero no hubo dinero, o no se supo cómo conseguir que lo hubiera, para los accesos, porque eso, en un primer momento, vendía menos y costaba bastante. Los accesos son un infierno y supongo que muchos se habrán dejado girones de su coche si se han acercado en sus vehículos a esta estupenda infraestructura sanitaria tan mal comunicada. Porque, ésa es otra, el Paseo de Ronda no crean ustedes que es una maravilla, ni por anchura de su calzada, insuficiente a todas luces, ni porque haga honor a su nombre bordeando toda la ciudad, que no es el caso, ya que no completa todo el recorrido en torno al pueblo. Además, está la peste. Sí, la peste.

Por lo demás, yo recuerdo mis años mozos, cuando en Cieza sólo existía la Maternidad en la Esquina del Convento, el Ambulatorio de las calles Santa Gertrudis-Padre Salmerón, las consultas de los médicos, que atendían muchísimas veces a través de “igualas” en sus casas, el ambulatorio de la calle San Sebastián donde te quitaban las amígdalas de un estirón...y poco más. Bocadillo de sobrasada mientras leías la novela del oeste de Marcial Lafuente Estefanía sentado en el poyo de tu casa, tiratacos para cazar pájaros, fútbol en la calle huyendo del “futirrín” o en rústicos campos de tierra de los alrededores, el arroz y alubias, la aletría o el jarullo para comer a mediodía, y a vivir que son dos días malcontados, igual antes que ahora, cuando Cieza dispone de un extraordinario hospital, un ambulatorio en el Camino de Madrid y dos centros de salud, además de un buen número de clínicas médicas privadas, tanto de medicina en general como odontológicas o de fisioterapia, infraestructuras y negocios sanitarios que no impiden que cada mañana los parroquianos del Olimpia se desayunen invariablemente con cinco o seis necrológicas colocadas en los cristales de sus ventanas informando de que otros tantos paisanos nos han dicho adiós definitivamente (muchos ni siquiera eso y se fueron sin despedirse). Hoy como ayer, ayer como hoy, la gente se muere, y se muere más o menos en la misma franja horaria...difícilmente sobrepasan los ochenta. Y no discuto eso porque no es discutible, pero sí constato que no hay proporción entre lo mucho que nos cuesta la sanidad y lo mucho que nos cuestan las infraestructuras sanitarias, y lo mucho que se ha avanzado en esos aspectos y lo poco que en realidad se ha avanzado en prolongación de expectativas y calidad de vida.

Y encima nos putean y nos joden la marrana construyendo un centro de Salud en el Huerto de Jordán, que a saber quién sería el susodicho y cuánto le pagaron por el huerto. Oigan, por favor: remedien al menos el problema de los accesos y regulen y ordenen el tráfico en la zona. Sólo es un ejemplo de lo mal concebidas y peor ejecutadas que están las infraestructuras de servicio público en nuestra ciudad. Seguiremos escribiendo de esto, de aquello y de lo de más allá, siquiera sea por dejar constancia de lo mal que se gastan nuestras perras.