Él era murciano de Murcia capital, profesor de Geografía e Historia y tendría por entonces los 31 o 32 años, Yo tenía 28 y una responsabilidad descomunal como Jefe de Estudios de un instituto de más de 1.100 alumnos, en un momento particularmente delicado de la historia del centro, con importantes cambios en el profesorado y en el régimen interior de convivencia. El compañero y amigo que ha muerto esta semana era José Francisco Pérez Sánchez, “Pepe el árbitro” como campechana y cordialmente le decíamos todos, porque, pese a su juventud, José Francisco era ya un árbitro español de primera división e internacional.
Durante su permanencia en el Instituto, tuvimos la suerte y el privilegio de que arbitrara el partido de fútbol que tradicionalmente enfrentaba a profesores y alumnos por Santo Tomás de Aquino en el campo de fútbol de la Arboleja, por entonces recién estrenado. En el equipo de los profesores, se enrolaba habitualmente como indiscutible Pepe Jiménez, jefe de la oficina, voluntarioso y entregado portero al que le metían más de uno y hasta tres y cuatro (alguno por entre las piernas) y el incombustible y eterno Fernando García de Ángela, fino y habilidoso delantero con gran olfato de gol. Solían ganar-es lógico- los alumnos, a pesar de que él árbitro, José Francisco, era del gremio profesoral. Claro que siempre fue escrupulosamente imparcial en su aplicación del Reglamento, porque José Francisco sabía que el fútbol es un juego y por lo tanto, como todos los juegos, una cosa muy seria.
José Francisco Pérez Sánchez ha muerto relativamente joven, con 68 años, víctima de un cáncer, esa cruel pandemia de nuestro tiempo. Una de sus últimas ocupaciones, que le ha durado nada menos que 20 años porque también lo hacía muy bien (José Francisco era en casi todo “de los buenos”), la de comentarista deportivo en el programa radiofónico “Tiempo de Juego” de la Cadena COPE, donde se desenvolvió siempre con el sello propio que le confería su gran afabilidad, simpatía y cordialidad. Un programa en el que el presentador, Manolo Lama, hizo proverbial la repetida frase “¿Cuánto queda, José Francisco?”. Pues bien, quedara lo que quedara, a él se le acabó el tiempo. Nos queda, eso sí, el buen sabor de boca que este hombre noble, abierto, generoso y hasta jovial –siempre con la sonrisa en la boca- dejó en todos cuantos lo conocimos. También aquí, en Cieza, en su breve paso por nuestra ciudad como un excelente profesor de Geografía e Historia, al que, por su apostura y parecido físico con el actor que interpretaba al personaje, los alumnos del instituto bautizaron como “Poldark”, en referencia a una serie televisiva de éxito que por entonces (1975-1977) hacía furor en la pequeña pantalla. No se podía ser mejor persona. Por Cieza también pasaste dejando huella, José Francisco. Descansa en paz.
¿Quo usque tandem abutere, Pedrosánchezdelescojons, patientia nostra? O lo que es lo mismo ¿Qué más hace falta para que te vayas de una puñetera vez, Pedrosánchez?
¿Tan difícil es saber cuándo tiene uno que irse y dejar de molestar? Aunque hay algunos que lo siguen queriendo, la mayoría de españoles ya le ha dicho a Pedro Sánchez que no lo quieren, que se vaya. Y se lo han dicho donde y cuando podían y debían decírselo: elección tras elección, que todas las ha perdido. Pero este estafermo de la política socialista. sigue ahí, tan fresco e impávido, como si la cosa no fuera con él. Escribían Ortega y Gasset, ambos, en su estricta, única, consustancial e indisoluble entidad, aficionados a los retruécanos como eran, que lo que nos pasa a los españoles es que no sabemos lo que nos pasa, y eso es lo que nos pasa. Pedro Sánchez, especialista en ganar tiempo para sí mismo y hacérnoslo perder a los demás, sí sabe lo que le pasa, que es que nunca va a presidir el Gobierno de España. Estafermo era ese muñeco giratorio, usado en los torneos medievales, que llevaba un escudo en la mano izquierda y una correa con bolas o saquitos de arena en la derecha, y que, al ser herido en el escudo con una lanza por jugadores que pasaban corriendo, se volvía y golpeaba con las bolas o con los saquitos al jugador que no pasaba rápido. Es decir, que de rebote –y no cabe duda que rebotado está- podía causar un daño tonto y terrible. Estafermo es también sinónimo de pasmarote, persona pasmada o embobada, acepciones que sin excesiva violencia podrían también convenirle a este bendito y peligroso iluso que va a llevar a la ruina a propios (empezando por él mismo) y ajenos.
Pedro Sánchez “El empecinado”, de perseverancia pueril loable y hasta admirable, empedernido negador, nihilista recalcitrante que a la nada, o menos que nada, va a acabar llevando a su partido, ofrece en los últimos tiempos - ahora que empieza a estar “a bout de souffle” (al final de la escapada) – una imagen entre patética y tierna a la vez. Es un perdedor nato, lo sabe y se resiste a aceptarlo. Debería irse y descansar, o bien pedir el alta en Podemos. Por otra parte, el electorado del P.P. está deseando reconciliarse con sus siglas, pero no con Rajoy. Todo parece apuntar en la dirección que yo ya señalaba en mi artículo posterior a las elecciones del 20 de Diciembre de 2015 titulado Ahora que todos han perdido, España debe ganar. Fuera Pedro Sánchez, fuera Mariano Rajoy…Sí a Rivera y búsquenles relevos vistosos, valiosos y aceptables a los que tienen que prestar un servicio último a España yéndose cuanto antes. ¡!!Fueeeeeraaaaaaaa!!!
