En su caso habría que matizar la frasecita para aplicársela a él mismo y dejarla como (Pedro Sánchez, político) “deseablemente” prescindible. España (perdón) puede perfectamente prescindir de Pedro Sánchez. Su partido…también. En realidad, no sólo la reunión era prescindible, sino que prescindibles eran los dos interlocutores.
Porque, vamos a ver… ya está bien. ¿Es que al cabo de dos votaciones no está clara aún cuál ha sido la elección del pueblo? Si no lo ven, algunos tendrían que plantearse la conveniencia o la necesidad de irse antes de que los echen (que acabarán echándolos), y en ese algunos incluyo a Pedro Sánchez e incluyo a Mariano Rajoy, pero, tal y como están las cosas, particularmente al primero. ¿O es que lo que quieren es, a base de sucesivas votaciones, llegar a torcer y retorcer la voluntad del pueblo para que se acomode a sus deseos? El pueblo ya ha dicho dos veces en menos de un año qué es lo que quiere…Son las personas concretas al frente de cada partido las que están fallando. Están poniendo peligrosamente de manifiesto que España y los españoles somos ingobernables, dándole de hecho la razón a uno de los principales axiomas en los que fundamentó la necesidad de su dictadura el general Franco, y –aunque la situación no es ahora la de entonces-, alimentando peligrosamente, el ruido de sables y la inquietud, la exasperación y el nerviosismo en vaya usted a saber qué oscuras instancias sociopolíticas que no por discreta, oportuna y estratégicamente mudas hoy por hoy, han dejado de existir en un país como el nuestro, que no nació a la historia precisamente ayer y que la tiene turbulenta y rica en asonadas y golpes de estado. Más de uno y más de dos habrá pensado cómo arreglaría esto y dónde metería a buena parte del ganado político actual, que lleva casi un año cobrando generosamente del erario público sin dar un palo al agua, haraganeando sobre moqueta. Ojo, que no todos los fantasmas atávicos de este país están definitivamente conjurados, y puede saltar la liebre (o sea el fantasma) en cualquier sitio y en cualquier momento. Cuidado con las vueltas de tuerca.
El líder del PSOE ha calificado el pacto del P.P. con Ciudadanos como «conservador y continuista», palabras que a estas alturas resultan puro perifollo y farfulla verbal y que bien mirado tampoco serían objeciones de importancia porque en el fondo no son descalificaciones del mensaje, sino meros tópicos, Conservador también soy yo y sé que muchos de ustedes dirán que no hace falta que lo jure. Conservador de lo que merece la pena que se conserve, claro, y continuista porque un día sucede a otro y es natural buscar que las cosas tengan continuidad en el tiempo y el espacio buscando la relativa seguridad y tranquilidad a la que puede aspirarse en esta azarosa e incierta vida a la que estamos condenados cuantos viajamos en la bolica errante y loca de la Tierra.
Pedro Sánchez ha criticado que «la única intención de Rajoy no ha sido ofrecer nada» sino «escenificar» que si la investidura fracasa la responsabilidad es del PSOE, que lo es. Y Sánchez ha insistido en varias ocasiones en que «la responsabilidad de que el señor Rajoy falle es del señor Rajoy». Olvidando que cuando él fracasó en su investidura el responsable era Pablo Iglesias. Nadie le ha pedido a Pedro Sánchez que apoye explícitamente un gobierno de Rajoy o un gobierno del P.P., pero sí que en una coyuntura de evidente excepcionalidad permita con su abstención que gobierne la lista más votada por el pueblo en las dos últimas elecciones generales. Algo tan simple como eso, que entenderían perfectamente en cualquier otro país europeo moderno. Así lo entendía también esta semana un editorial del prestigioso periódico británico Financial Times, considerando que “el estancamiento político en España ha durado demasiado tiempo” y opinando que está (ba) en manos del líder socialista, Pedro Sánchez, zanjar la situación de punto muerto, porque sólo es cuestión de tiempo – y ya va mucho transcurrido- que la incertidumbre política se traslade al rendimiento económico. El diario británico había propuesto como una «manera sensata» de avanzar que los socialistas «se abstuvieran» en la votación de investidura y dejaran claro a sus votantes que su abstención no era un «aval» para Mariano Rajoy sino «un acto de política responsable destinado a finalizar el bloqueo político del país». 170 votos –que son muchos- no han bastado para que se impusiera el patriotismo al postureo ideológico y la demagogia. No me gusta Rajoy, ni me gusta Pedro Sánchez, pero a las alturas en que se encuentra esta película, que empieza a ser de terror y de risa, creo que ya vale, ¿verdad? Yo, que como español siento ante esta situación mucha rabia y mucha vergüenza, no me resisto a traer aquí, en referencia a España (perdón) el lema de la nueva primer ministro británica Theresa May: «no dejes que los bastardos te hundan».