Era unos años más joven que yo, pero tuvimos oportunidad de compartir en su día experiencias auténticamente “religiosas”, como la grabación para Tele Red – sorprendentemente sin público- de un concierto del extraordinario músico murciano Salvador Martínez, él como camarógrafo y yo como realizador. Una experiencia, ya digo, religiosa y romántica, económicamente absurda y ruinosa, en un Auditorio Gabriel Celaya absolutamente vacío, que ahí ha quedado, para la historia apócrifa de la nada. Este, desde luego, no va a ser el artículo que le debo, que aún tendrá que esperar y él ya no tiene ninguna prisa, ¿verdad? Hasta luego, Pascual.

La semana pasada pensé dedicarle también un artículo (si es que ya no hago otra cosa…y tampoco tengo mucho más que ofrecer o que dar) a otro querido Pascual, en este caso Vázquez igualmente, pero Gómez de segundo, docente decente sin vocación (él mismo dixit) pero con sobrada dedicación y entrega (¿a quién le hace falta la vocación teniendo todo lo demás?) No me dio tiempo a cumplimentar la tarea otro Pascual, también Gómez como el anterior, que se me adelantó, publicando en Cieza.es una extraordinaria semblanza, impecablemente bien escrita, sin desperdicio ninguno, del veterano maestro, que el martes, 4 de Junio, se dio a sí mismo, en el Museo Siyasa, porque quiso y le salió de… un merecido homenaje, que él hizo extensivo a cuantos alumnos colaboraron con él, con una conferencia ilustrada con imágenes de muchos de los cortometrajes que allá por finales de los 70 y principios de los 80 del siglo pasado se convirtieron en la experiencia educativa probablemente más importante de sus vidas, tanto en lo que se refiere al profesor, como a sus jóvenes estudiantes, entre los que se significó como muy expresivo actor, un jovencísimo Libanio da Silva Navarro, primus inter hombres buenos, a quien el maestro hizo entrega de una placa que reproducía, con su nombre ya correctamente grabado, la original que se había grabado con el erróneo “Liborio (sic) da Silva Navarro” que en su día le otorgaron al joven intérprete ciezano por una de las películas que protagonizó. Era una espina que Pascual Vázquez tenía clavada y allí que se la arrancó en medio del general aplauso de los muchos asistentes y del sentido y emocionante abrazo entre maestro y discípulo. Y es que llamarse Libanio hay que reconocer que es cosa que tiene mucho mérito intrínseco, que parece imprimir carácter, y que le ha costado a este muchachico ser rebautizado de muchas maneras en su vida: Liborio, Liberio y hasta Liviano… Tampoco es este el artículo del maestro Pascual Vázquez Gómez. Aunque, bien mirado, tampoco deja de serlo.

Y vamos ya con otro Pascual, en este caso, Lucas Díaz de apellidos, que este sábado, 15 de Junio de 2019, vivirá un día intenso, grande, gozoso y feliz, tras el fortuito, circunstancial y afortunado éxito para la GRAN FAMILIA de los socialistas ciezanos registrado en las elecciones municipales del domingo, 26 de Mayo. Ahora, tras culminar el tiempo pascual, sobrepasado su pentecostés, llega la jornada feliz de la celebración, del solemne ungimiento como primer edil y por tanto alcalde de Cieza para otros cuatro años, en unas circunstancias que el destino le ha puesto a huevo a nuestro tercer o cuarto Pascual de esta semana, como para garantizarle un cómodo y tranquilo tránsito (Pascual significa precisamente “tránsito”, aunque él va a quedarse, no se va a ninguna parte como yo, semana tras semana) hacia el escogido y selecto grupo de los alcaldes que, no ya que han sido, sino que, como las buenas pilas, siguen siendo y duran.

Yo prometo no estar el sábado en el salón de plenos del Ayuntamiento de Cieza. No me van las celebraciones multitudinarias, y esta lo va a ser. Me mareo. Me agobio. Me entra la multitudofobia, y perdonen el palabro, variante de la agorafobia que se me acaba de ocurrir. Además, hará mucho calor y la gente estará deseando salir a tomar cerveza donde sea, porque pueden ustedes estar seguros de que la habrá…cerveza…y gente. Y calor. Y mucha gente sonriendo y hablando fuerte y haciendo circunstanciales y topiqueros discursos de rigor sin demasiado de eso mismo (rigor). Lo que supongo que no va a haber en exceso, paradójicamente, es política, que espero que esté todo el bacalao cortao por quien tiene que cortarlo. Toca sólo celebración, regarlo por dentro, alegría y colorado jolgorio. Así que, queridísimo Pascual Lucas Díaz (¡qué dirían tu padre Pedro y tu madre Carmen si pudieran verte!…), queridísimos José Antonio Lucas Díaz (mi terrible “Revolteta” de ese patio infantil en la casa de la calle Calderón de la Barca en el que te recuerdo como una inquietante e imprevisible pesadilla que podía aparecer en cualquier momento, torbellino capaz de arrojarte a la cabeza cualquier objeto, fuera hacha o martillo, con el que se tropezase en sus correrías…), y mi queridísimo y verdadero hermano del alma y de la vida, Pedro José Lucas Díaz, para mí por siempre y para siempre Pedrito, primogénito de esta rama ciezana de los Lucas, nacionalizado cartagenero, pero que lleva a Cieza en su corazón y en sus entrañas, disculpad mi ausencia y muchas felicidades. Disfrutad de la jornada y, de todo corazón, suerte en la empresa. ¡Viva Cieza!