Se trata de una palabra del antiguo calendario romano con la que se denominaba al día 13 de ocho de los doce meses: enero, febrero, abril, junio, agosto, septiembre, noviembre y diciembre, así como al día 15 de los cuatro meses restantes: marzo, mayo, julio y octubre. Del latín “idus”, masculino, femenino IDA, Isabel Díaz Ayuso, que intentaron estérilmente maldecir algunos, la flamante presidenta madrileña que no se ha ido precisamente y que nunca estuvo IDA, sino que se ha revalidado brillantemente al frente de su comunidad por la gracia de Dios otorgada por el pueblo que así lo ha querido a despecho de la rabia impotente de la siniestra caterva-caverna.
Pues bien, esto viene a cuento esta semana de que mi contertulio perruno Cipión se ha vuelto a acordar de mí para recrear en inspirados versos la fecha de mi cumpleaños -15 de Mayo- conoscido empieza a ser por el común que nací un 15 M de 1951 y que fui nascido en la puebla de Cieza la Desgraciada (Murcia), de manera que cumplí hace poco más de un mes la terrorífica cifra de las setenta (70, sí 70) primaveras, que es algo que se dice pronto pero que -incluso contando con clepsidra, como los griegos, se tarda algo más en recorrer y desgranar, y que por eso mismo yo gloso y glosaré despacio y de espacio en espacio, de tiempo en tiempo, que a cierta edad correr es malo, además de cosa de cobardes. Mis setenta años y mi afición por las estaciones de ferrocarril, para mí modernas catedrales laicas que, no teniendo a mano Oviedo, León, Atocha, Príncipe Pío de Madrid, Toledo o Santa Justa de Sevilla, se concreta en y se conforma con la modesta estación de Cieza, por cuyo rojizo andén arrastro mis pies algunos días de muy buena mañana. Si siguen ustedes habitualmente estas colaboraciones, les resultarán familiares algunos pasajes de estos versos “cipionescos”, que reproduzco a continuación. De lo que no hay ninguna duda es de que Cipión se ha convertido en asiduo lector de los artículos de Berganza, que como habrán adivinado soy yo, y viceversa. Nos retroalimentamos.
Escribe Cipión. Atentos al poeta:
Idus de mayo
Son idus de primavera,
Mediados del mes de mayo.
Los idus que el tiempo altera,
Dando vida con redaño.
Tenue sol de áureo satén
Hiende efluvios en ventanas
De la vieja estación de tren
Alegrando la mañana.
Retoño de maquinista,
Quiso el cruel destino ágil
Hacer de ti un idealista
Huérfano, aunque no frágil.
Deambulas por los andenes
Removiendo en su pasado.
Aunque quieres no te avienes
A pensar que está acabado.
Su bar, de vita et moribus,
Antaño con jubilados
Donde echaban partida al mus
Y al coleto más de un trago.
La sala de espera ausente,
En la que mora el silencio,
De un viajero indiferente
O el que vive del comercio.
También la sala de control,
Donde estaba el eficiente
Jefe de la antigua estación,
Con su semblante sonriente.
A la hora convenida
Va a Madrid el mercancías.
Sin rastro alguno de vida
Corre veloz por las vías.
Solo un lánguido lagarto
Y un flemático caracol
Son mecidos por el viento
Que transporta el locomotor.
Helios te baña el semblante,
Caricias de un progenitor.
En este tiempo cambiante,
¿Quién puede darnos más calor?
Regresas a tu morada
Tras ver la vida de auditor,
La de una época pasada
Que solo tal vez fue mejor.
Idus de tu primavera,
Idus de tu mes de mayo.
Los idus de una quimera,
Los idus de tu cumpleaños.
GRACIAS, Cipión.