El fin de semana pasado paseábamos mi mujer y yo con nuestro perro por el Paseo de Ronda. Justo en el inicio, a la altura del CEIP José Marín (el Fatego), el perro se detuvo a hacer sus necesidades. Cuando acabó, con la bolsa reglamentaria recogimos los excrementos y nos dispusimos a tirarlos a la basura.
Pues bien, recorrimos toda la longitud del Paseo de Ronda sin encontrar una sola papelera. Y no es que no las haya habido nunca. De hecho, no hace demasiado tiempo había al menos, que yo recuerde, tres. La última, a mitad de trayecto, desapareció hace cosa de un mes.
Lo mismo ocurre en el Paseo Ribereño, donde la dotación de papeleras ha ido disminuyendo año tras año hasta quedar, literalmente, escuálida. Al igual que en otras zonas de la ciudad, aunque sí que se observa que siempre desaparecen más papeleras en los lugares más alejados del centro urbano. No obstante, también se ha notado, a lo largo de estos últimos años, una disminución del número de papeleras dentro del casco urbano. De hecho, muchas calles carecen por completo de ellas.
También, aunque en este caso la explicación puede ser más simple por lo recienteo de la obra, se echa en falta la presencia de papeleras en los nuevos tramos del paseo ribereño. Si tenemos en cuenta que entre el puente nuevo y la segunda de las pasarelas de reciente construcción se recorre una distancia, por ambos lados del río, de ocho kilómetros, y que sólo en tres (o menos) de ellos hay papeleras, y que hay apenas tres o cuatro en este tramo… pues eso, que faltan papeleras.
De verdad, me gustaría saber qué ha ocurrido con las abundantes papeleras que jalonaban el viejo Paseo Ribereño o el Paseo de Ronda tras su reforma. ¿Acaso las han trasladado a otros lugares? ¿Puede que estuviesen en malas condiciones y se hayan retirado, no siendo sustituidas? ¿Quizás las han robado? Esto último no me extrañaría, a la vista del vandalismo con el que algunos (no les llamaré ciezanos, no se lo merecen) quisieron “inaugurar” la ampliación del Paseo Ribereño. Precisamente el otro día el concejal del ramo, Paco Saorín, se quejaba de que la reparación de una fuente no había durado ni una semana. Y es que el Paseo Ribereño suele ser uno de los objetivos favoritos de estos elementos para perpetrar sus fechorías destructivas. Y puede que ni siquiera sean tan destructivas; puede que si alguien las roba sea para vender el metal o colocar la papelera en su casa de campo o parcela.
Pero yo insisto: necesitamos papeleras. Nos quejamos, y con razón, de la falta de limpieza en Cieza. Como ya he dicho en otra ocasión, somos los propios habitantes de Cieza quienes ensuciamos las calles, y de poco sirve que las brigadas de limpieza dejen la ciudad como una patena si a los cinco minutos venimos nosotros y volvemos a ensuciarlas. Pero puede que, tal vez, algunos de esos papeles que tapizan el suelo de Cieza acabasen recogidos en una papelera si hubiera más disponibles. Seguro que al menos, ayudarían. Sé que debe resultar frustrante para el Ayuntamiento que el mobiliario urbano acabe siendo robado o sufra el vandalismo de unos cuantos. Pero contra ambas cosas se puede, y se debe, luchar. Porque entre tanto, los ciudadanos que cumplimos con las normas somos los que pagamos el pato de no encontrar una papelera donde arrojar un envoltorio, una bolsa canina o un pañuelo de papel. Y aunque muchos aguarden a encontrar un contenedor de basura o una lejana papelera, muchos otros también arrojarán finalmente al suelo los desperdicios y le echarán la culpa de su propia falta al consistorio.
Pues eso. Queremos, necesitamos, más papeleras. Y a Cieza no le vendrían mal.
