¿El motivo? Los números mejoran, los datos no son tan malos como hace pocos días. Pero siguen siendo malos, excesivamente negativos. Y las causas solo pueden buscarse en un lugar: en la propia Cieza.
De los cuarenta y cinco municipios de la Región de Murcia solo seis permanecen con restricciones severas. Por ejemplo, con los bares y restaurantes cerrados (eso sí, las casas de apuestas siguen abiertas, dado que ofrecen servicios indispensables al personal), no se pueden reunir más de dos personas no convivientes en la calle, los aforos de comercios y edificios públicos están limitados y un largo etcétera de limitaciones variadas.
De haberse cumplido de forma adecuada todas estas restricciones estaríamos ahora dentro de esa mayoría de localidades en las que, por ejemplo, sus vecinos pueden tomar un café o una cerveza en una terraza o comer en un restaurante. Pero no. Lamentablemente debo decir que en Cieza las medidas anti COVID prácticamente nunca se han acatado de forma adecuada. Y por eso estamos como estamos.
Que hay mucho y mucha inconsciente en este mundo, todos lo sabemos. Pero que una notable cantidad de ellos se concentre en nuestra ciudad es algo que muchos nunca nos habíamos planteado. Porque, admitámoslo, el civismo en nuestra ciudad no es, ni muchísimo menos, imperante entre nosotros. Más bien todo lo contrario. Y si no, que se lo pregunten a la policía local, que el pasado martes tuvo literalmente que disolver a decenas (si no centenares) de personas, muchas de ellas madres y padres con sus hijos, que en medio de una pandemia y con la cantidad de muertos y enfermos que padecemos en Cieza, se concentraron en la Plaza de España para celebrar el carnaval. Por no hablar de las decenas de personas que se reunían para una celebración familiar. O de los grupos que se concentran a la puerta de algunos bares que sirven bebidas para llevar para tomar en pandilla y tranquilamente un café o una cerveza. O de las personas, que incluso en muchas ocasiones son mayoría, que por calles y paseos de Cieza o no llevan mascarilla o la llevan incorrectamente puesta. O de los miles de ciezanos y ciezanas que fuman tranquilamente por la calle mientras caminan, con la mascarilla completamente bajada, aunque está absolutamente prohibido hacerlo. O de quienes, en los supermercados, manosean los productos con las manos sucias y atosigan a quien está delante de ellos en las cajas, no guardando la distancia de seguridad obligatoria.
¿Y sabéis lo peor? Pues lo peor es que todas esta gente, todos estos vecinos y vecinas nuestros que, digámoslo claro, son responsables de que nuestra ciudad siga confinada y de que la enfermedad se expanda casi sin control en Cieza, se pasan el día criticando las medidas y las actuaciones de las autoridades y despreciando, con sus actos, a los demás, sin importarles en absoluto que sean ellos precisamente los mayores responsables de la situación en la que nos encontramos.
Me temo que a este paso estaremos mucho tiempo confinados. Y cuando la nuevas cepas de la pandemia, mucho más contagiosas que la dominante actual, se conviertan también a su vez en dominantes, podemos vivir una situación todavía más dramática que la que vivimos hoy. Y entonces los que ahora no cumplen volverán a incumplir, y a criticar con aires de sabiduría lo que son incapaces de comprender y acatar. Y como las vacunas no estén ya masivamente extendidas o no sean completamente eficaces contra estas nuevas cepas, lo pasaremos mal. Muy mal.
Para terminar, una petición a todos aquellos y aquellas que nos mantienen donde estamos: por favor, si enfermáis de COVID19, no acudáis a los centros médicos ni a los hospitales, porque como dice un sabio refrán español “sarna con gusto no pica”. Dejad sitio para aquellos a quienes habéis infectado. Se lo merecen más que vosotr@s.
