Y menos mal. Porque llevábamos ya unos cuantos años en el filo de la navaja. Que sí, que no, que ni por asomo, que tal vez… Quien esto escribe, o sea, yo, se ha pronunciado en muchas ocasiones sobre el tema, siempre en contra. Por motivos simples, sencillos y contrastados a los que después aludiré. Y hoy, por fin, puedo decir que, al menos por un tiempo, no tendremos granjas porcinas en Cieza.
El ayuntamiento de Cieza va a tratar en el pleno del martes 4 de mayo una modificación del PGMO que impedirá prácticamente el establecimiento en el término municipal de macrogranjas porcinas. No sé quién votará a favor, en contra o se abstendrá. Lo que sí parece cierto es que al menos los partidos que conforman la alianza de gobierno municipal lo harán a favor, lo que significa que la modificación del PGMO saldrá adelante. Y en mi opinión los demás grupos deberían hacer lo mismo, para dar una imagen de unidad y de fortaleza en una cuestión tan importante como es esta para la ciudad.
Y ni por asomo creáis que se trata de una cuestión ideológica. Porque en este caso la ideología no tiene nada que ver. Es más bien un asunto en el que, si ponemos en una balanza las posibles consecuencias negativas y positivas de la hipotética instalación de macrogranjas porcinas en Cieza, un platillo (el de las negativas) estaría completamente lleno, y el otro (el de las positivas) prácticamente vacío.
De hecho en la mayoría de las localidades donde existen estas granjas, sobre todo si no están lo bastante alejadas del casco urbano, sus habitantes sufren estas consecuencias negativas y están deseando que cierren sus puertas. De hecho, y aunque esta distancia es variable, en la mayor parte de los municipios españoles está prohibida la cría intensiva de animales a una distancia inferior a un kilómetro y medio del límite del casco urbano. Pero en el caso de las macrogranjas porcinas este límite es absolutamente insuficiente. Porque aunque del cerdo nos gusten hasta los andares, su cría industrializada es no solo tremendamente contaminante, sino que además genera unos olores muy desagradables que el viento se encarga de distribuir por toda la zona; y la verdad es que al viento le da igual dónde estén las zonas pobladas, por lo que nos traerá cuando le venga en gana esos agradables olores a nuestros hogares y nuestras narices.
Por otra parte, que no os engañen si os dicen que estas macrogranjas generan riqueza y puestos de trabajo. Bueno, hay que ser sinceros: riqueza generan, pero solo para el propietario. Ni siquiera se puede decir que el ayuntamiento de la localidad a la que le haya tocado esta desagradable lotería reciba a cambio una lluvia de ingresos por los impuestos que deba pagar la macrogranja. Pocos, muy poquitos son. ¿Y empleo? Casi ninguno. Las más de las veces, literalmente ninguno. Las macrogranjas necesitan muy poco personal para funcionar, y casi todo lo suelen traer las empresas de otras macrogranjas, ya que necesitan desde el principio gente que conozca la tarea.
O sea, y parafraseando a un entrenador de fútbol que todos conocemos: siempre negativo, nunca positivo. Por lo que insisto en que los beneficios para Cieza de las instalación de macrogranjas porcinas serían nulos, y los perjuicios, muchos. Y por ello nuestros representantes políticos deberían mostrarse unánimes en hacer lo que sea necesario para impedir que estas instalaciones contaminen nuestras aguas, nuestro aire, nuestra tierra, y se lleven los beneficios generados con estos perjuicios a otra parte, dejándonos tan solo la porquería resultante.
Que seguro que en otros pueblos habrá sitio donde instalarlas.
