Este jueves, 9 de mayo, en el aula cultural de Cajamurcia en Cieza, tenía lugar la cuarta y última de las conferencias organizadas por IU-Verdes en el ciclo “Hay alternativas al huracán neoliberal”. Así, tras abordarse en las tres precedentes distintos aspectos de la crisis y las posibles salidas a la misma, en esta ocasión el tema se centró en la lacra de la corrupción y sus perversos efectos sociales y políticos. El ponente, Pedro Chaves, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Carlos III de Madrid, hilvanó una disertación muy bien construida sobre la relación entre mercados, política y corrupción.
Así, tras ser presentado por el coordinador de IU-Verdes en Cieza, Francisco Saorín, el conferenciante comenzó su alocución con un viejo adagio: “A los políticos y a los pañales hay que quitarlos cada cierto tiempo y por los mismos motivos”. Apoyándose en datos del CIS, que sitúan la política como tercera preocupación de los ciudadanos, hizo hincapié en que la corrupción ha dejado de ser un elemento circunscrito a los países periféricos y subdesarrollados con bajo perfil institucional, con el agravante de que la desconfianza asociada a esta lacra abre una oportunidad a opciones políticas preocupantes. Centrándose en España, resaltó que no es un país particularmente corrupto en relación con nuestro entorno, que la gran corrupción está en la política y que la mayoría de los casos están ligados a desarrollo urbanístico, “tres indicadores que juntos nos ofrecen un panorama de cómo apreciamos la corrupción”.
A continuación habló de “la anatomía del corrupto”, destacando que según un estudio realizado sobre preguntas a personas corruptas en las que se les interrogaba que pensaban de ellas mismas, éstas habían destacando como primera causa por la que se habían corrompido: “porque es un buen negocio”; en la “justificación moral de estas prácticas”; por “la impunidad”, ya que en la medida en que los partidos más importantes ‘están en el ajo’ no te va a pasar nada”; y, por último, porque el sistema funciona así. De estas respuestas, el profesor Chaves, dijo que se deduce la tolerancia moral hacia las prácticas corruptas y que los mecanismos de control de las administraciones no funcionan; haciendo especial hincapié en el escaso castigo electoral que ha tenido la corrupción en nuestro país, por lo que “la corrupción forma parte de la crisis política”. A raíz de estas consideraciones, el ponente incidió que en nuestro país ha funcionado la identificación ideológica, “la de los míos es menos importante que la de los otros”; que han sido premiados los que han generado políticas públicas, “no se ha perdonado al depredador, al simpático sí”; y que lo que se valora es la asociación entre riqueza y buenas relaciones. Para concluir, en esta parte, que lo que más inquieta es la corrupción política, lo que produce una quiebra de la confianza política en las instituciones.
Entrando en las consecuencias de la corrupción, el profesor Chaves dijo que éstas no están simétricamente repartidas ya que hay sectores sociales claramente beneficiados, señalando la tolerancia a una baja calidad democrática, la corrupción como un impuesto regresivo y reaccionario a través del incremento de los costes de las políticas públicas y que la corrupción deshace las fronteras ideológicas, con el “todos los políticos son iguales”. Ligando la corrupción con el mercado, el ponente incidió en los efectos perniciosos de la colonización de éste sobre todos los aspectos de nuestra vida, con fórmulas de “corrupción blanda”, la crisis de la representación política, la emergencia de poderes salvajes y la pérdida de la centralidad de la política; señalando que la apreciación ciudadana de quién manda aquí realmente, por este orden, son los bancos, las grandes empresas y el gobierno, según estudios del CIS. Claramente “hay un desplazamiento de la política por los mercados”, subrayó.
Finalmente, planteó el ¿qué podemos hacer?, apuntando varias líneas de actuación ciudadana; entre ellas, la desmercantilización de nuestras vidas, la recuperación de nuestra condición ciudadana, una nueva política económica donde primen los intereses de la mayoría, mejorar la confianza interpersonal, republicanizar la democracia y desbloquear las listas electorales.
