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Ramón García: «La Iglesia hoy va a remolque de los cambios sociales»

CLR

El arte emana por cada uno de los rincones de la habitación donde nos ubicamos con nuestro entrevistado. El techo de la habitación es la gloria de un palio donde el arte se conjuga con la Fe. La Fe y el arte son los pilares vitales de nuestro entrevistado de hoy.

Perdona… ¿tú eras? Nuestro protagonista de hoy siempre te pregunta lo mismo. Para los nombres es un caos, pero para captar fieles y robar corazones es un ser especial. Habla sin tapujos de su trabajo, no teme decir verdades hirientes puesto que, en su experiencia y valentía, reside, quizás, su triunfo allá por donde va.

Caravaca, Mula, La Paca de Lorca, Espinardo y Cieza han sido sus destinos, entre otros, pero Cieza siempre permanece en su corazón. Permanece amarrado para la eternidad a ella desde que dejó la decimoséptima cofradía de la Junta de Hermandades Pasionarias como herencia de su carácter mariano, además, confeso y declarado. En verano verlo por el Paseo Ribereño nos recuerda a alguna escena de Verano Azul, pero es que Ramón, El Cura Ramón, es un cura del S.XXI en una Iglesia todavía estancada en el S.XVIII, quizás un poco antes.

¿Qué recuerdos tiene de su ordenación sacerdotal?

Un día precioso, inolvidable, me ordené aquí en Cieza el dos de agosto del año mil novecientos ochenta y siete. Me sorprendió la cantidad de sacerdotes que vinieron, amigos y gente que me felicitó, fue un cambio tremendo en mi vida, no me imaginaba que iba a ser mi vida tan interesante desde aquel día.

¿Cómo ha evolucionado la iglesia desde que fue ordenado sacerdote hasta nuestros días?

Pues ha sido un cambio bastante rápido porque la sociedad ha evolucionado mucho más en estos últimos treinta y tres años que yo soy sacerdote que a lo mejor en siglos pasados. Antes la sociedad estaba más estancada, más cuadriculada, no había los medios de comunicación que hay hoy, también por las circunstancias sociales del no haber tanto transporte ni medio de comunicación no se podía viajar, no era una sociedad tan heterogénea ni tan líquida como es hoy. Habían otros valores, otras costumbres; quizás la informática, la tecnología ha hecho que cambie mucho la sociedad, ha sido un cambio que todavía lo tenemos que asimilar y lo tenemos que digerir. Pienso que esto sigue evolucionando, estamos en una situación de cambio muy fuerte en donde la iglesia tiene su papel, todos tenemos nuestra responsabilidad, pero, reconozco que para mí ha sido también una especie de revolución social, hoy estamos en una sociedad muy líquida donde hoy se dice una cosa y mañana otra, hay una libertad de pensamiento inmensa y todo esto no ocurría hace cuarenta años. Se ha evolucionado muchísimo.

¿Cree que la iglesia ha evolucionado al mismo ritmo que la sociedad?

No, la Iglesia es una institución que tiene dos mil años de historia y más bien hace caso al refrán ese que dice “vísteme despacio que tengo prisa”, entonces es también cauta en adaptarse y yo creo que todavía la Iglesia hoy va a remolque de los cambios sociales. Eso no quiere decir que acepte todos los cambios que se presentan en la sociedad y que se acomoden a la mentalidad moderna, eso no, pero sí que hay muchas cosas en la Iglesia que hoy necesitan una inyección y una renovación, sobre todo en el lenguaje y en la forma de comunicar el mensaje de Jesús, porque muchas veces ese lenguaje o esos ritos, esas formas o esa estructura han quedado también ya como todo, como las mismas estructuras políticas, económicas, los mismos bancos. Todo ha quedado un poco anquilosado en el pasado. La Iglesia tiene que adaptarse para que su mensaje llegue a la juventud, no es que el mensaje no valga, el mensaje es valiosísimo, Jesucristo tiene un mensaje maravilloso para la gente, para el sentido de la vida, ¿cuánto está haciendo el Señor por medio de internet, por medio de los whatsapp, por medio de todos los medios de comunicación?¿cuánto está haciendo el Señor en la gente que vive hoy esta situación de pandemia? Pero, sin embargo, yo veo que todavía las estructuras estamentales de la Iglesia tienen que renovarse, tienen que actualizarse y eso va a tardar tiempo, pero poco a poco.

El Jueves Santo de 1976 sale por primera vez la Cofradía de los Hijos de María ¿No fueron ustedes unos valientes al fundar esta cofradía, incumpliendo, incluso, un acuerdo de la Junta de Hermandades Pasionarias?

Bueno, eso de valientes… Había mucha ilusión y mucha ayuda de parte de quien, no oficialmente, pero si oficiosamente, dentro incluso de la Junta de Hermandades Pasionarias y de dentro de la Iglesia nos apoyaba. El apoyo fundamental para que la Virgen saliera el Jueves Santo de aquel año fue el de las Religiosas Clarisas. Primero al regalarnos una imagen que ellas tenían guardadas ahí; segundo, el clero, del cual yo soy representante, se negó a que se organizase el Rosario de la Aurora, primero, y después la procesión. Resulta que primero nos apoyaron porque éramos un grupo de jóvenes, catequistas de las parroquias de San Joaquín y la Asunción, claro, el sacerdote de turno, en aquel momento D. José Antonio Fernández Marín, nos las hizo pasar mal. Al principio nos apoyaba, porque era el Vicario de la zona pastoral y Párroco de San Joaquín pero claro, al llegar la Semana Santa y ver que la Junta de Hermandades se oponía a una cofradía, pero no a que se hiciese una nueva procesión si el cura la autorizaba, pero entonces no autorizó. Lo que nos hizo darnos cuenta de que, por una parte nos apoyaban y por la otra no. Pero hubo mucha gente de la Junta de Hermandades Pasionarias que si nos apoyó y… ahí está, saliendo cuarenta y seis años.

Hace unas semanas conocíamos como varios obispos se han vacunado contra el coronavirus saltándose el orden establecido. ¿Qué opinión le merece lo sucedido?

Pues que todos somos humanos y en todos sitios cuecen habas y que una cosa es predicar y otra dar trigo. No quiero entrar en comentarios, pero quien tiene que dar ejemplo, y en estos momentos la Iglesia está mirada con lupa porque hay poderes fácticos que intentan desacreditarla, con campañas de descrédito de la moral cristiana, ¿para qué?, para que la gente no crea y la Iglesia pierda un poder de convicción social y un estatus de ser moralmente creíble y todo se utiliza para eso. Me parece que una cosa es predicar y otra dar trigo, todos somos humanos y bueno, ante eso yo no voy a dejar de tener fe, todo lo contrario, tengo más fe todavía porque precisamente con la cofradía pasó lo mismo, el sacerdote primero nos animó, y luego cuando vio que la procesión salía, se echó para atrás, luego dejó de ser cura, se casó y tuvo cinco hijos, entonces: ¿qué pasa que voy yo a perder la fe por eso?, pues no, y ahora igual si han hecho eso, errores comete todo el mundo.

¿Qué piensa cuando escucha la expresión “soy católico no practicante”?

Pues es un error, un error, porque no practicar la religión no te lleva entonces a alimentar tu fe, católico porque ha nacido en esa cultura, no practicante, quiere decir no rezas, no vas a misa, no te beneficias de los sacramentos, no conoces la predicación que es por lo que te entra a ti el conocimiento del mensaje de Jesús. Veo que es algo que no tiene coherencia, o soy o no soy, pero eso no me gusta, porque es inhibirse de una responsabilidad porque sabe que si practica se le va a abrir la luz de la conciencia y tiene que cambiar como todos tenemos que cambiar cosas en la vida.

En su Pregón de la Semana Santa del año 2000 decía: ‘’en las cofradías y hermandades se corre el peligro de ver en las imágenes únicamente el objeto indispensable para organizar y crear más procesiones, imágenes que luego quedan olvidadas hasta el año siguiente. ¿No viven las cofradías, cada vez más, para un único día o una única procesión?

Pues, precisamente esta situación del Coronavirus me ha hecho ver esa realidad. Hay muchas cofradías que desde que no salen han dejado de existir. Planteándose el problema de que va a ocurrir cuando otra vez puedan sacar su procesión. Porque, se ha desinflado la ilusión, no encuentran jóvenes que quieran estar trabajando en las juntas directivas y, por otra parte, sorprendentemente, me encuentro con cofradías que en este tiempo de pandemia están haciendo una labor de evangelización entre sus miembros, de captación de nuevos miembros, de actos de caridad y solidaridad, ayudas a las parroquias en otras dimensiones también de la Fe, que es ayudar en estos momentos a paliar la carencia de alimentos, incluso como agentes de seguridad para evitar aglomeraciones. Estoy viendo que a algunas cofradías les está sirviendo esta etapa para demostrar que no solo están solamente para la procesión, sino para trabajar también durante el año en otras muchas tareas. La primera tarea de la cofradía no es sacar la procesión, es evangelizar y es transmitir la Fe de Jesucristo, si eso se olvida se pierde el sentido de la cofradía.

Usted, por donde va triunfa, es como la San Miguel ¿Dónde está la clave de su acción pastoral?

Yo no es que triunfe, soy así. Estoy convencido que esta es mi vocación; no quise ser cura, fui cura a los treinta años, y siempre decía: Señor, agárrame porque sino yo te voy a fallar. Vivo con ese miedo continuo. Yo me fio del Señor y donde he estado he sido muy feliz y creo que el Señor ha sido el que ha movido y mueve mis hilos, igual que ahora estoy aquí con mi madre en este tiempo de pandemia, un regalo que me ha hecho Dios, y bueno, yo no he triunfado. Ha sido el Señor el que lo ha hecho. Yo me he puesto a su servicio y no hay otra cosa. Pero eso sí, soy muy feliz.

Donde se encuentra D. Ramón más cómodo ¿en pantalones cortos y camiseta de manga corta recorriendo el Paseo Ribereño antes de pegarse un buen baño aguas abajo, o vestido de negro, con alza cuellos y recorriendo las naves de un templo?

Me encuentro a gusto de las dos maneras, por que cuando voy a bañarme en el Segura, eso es maravilloso y luego, estar en un templo con una buena capa pluvial o una buena casulla pues… también me gusta. Cuando voy a misa me gusta ir con el clériman, cuando salgo de mi casa, y llevo el Señor a algún enfermo, me gusta ir con clériman, porque voy representando a un ministro de Cristo, ahora, cuando estoy en el rio o en una conversación familiar no tengo que ir vestido con el clériman. Cuando no estoy haciendo un acto religioso es como el médico o el Guardia Civil, no voy a ir con el hábito o el tricornio todo el día. Cuando lo tengo que usar, se usa. 

Hace casi un año, y refiriéndose a la pandemia, decía “esta nueva experiencia nos puede ser útil a todos”, ¿sigue pensando lo mismo?

No es que siga pensando lo mismo sino que lo corroboro, es un momento de purificación de la sociedad. Es verdad que están habiendo más muertes de lo normal, es verdad que nos ha pillado desprevenidos, pero siempre en las sociedades han habido crisis y momentos históricos difíciles y nosotros, nuestra generación, la vuestra y la mía no ha pasado por ningún momento difícil, no hemos pasado por ninguna guerra, por ninguna posguerra dura, no hemos tenido una situación social de conflictos de enfrentamientos de grupos sociales o clases, pero, sin embargo, esto está siendo una prueba de resistencia y también de purificación de la actitud cívica y moral, de responsabilidad que cada ciudadano creyente o no creyente tiene, pienso que hay muchas cosas positivas que nos ha traído también la Covid, como, por ejemplo, recobrar también la vida familiar, el replantearse uno el sentido de su vida, el ver la finitud de nuestros días, además de la responsabilidad personal de formación.

¿Es Cieza un regalo divino?

¿Cieza un regalo divino? Todo es un regalo divino, según como lo veamos. ¿Es Cieza un regalo divino? Pues no, no es un regalo divino. Cieza es como todas las ciudades y como todos los pueblos y, los que somos de Cieza, nos gusta nuestro pueblo. Eso sí, los ciezanos, somos muy de nuestro pueblo y para nosotros es un orgullo vivir en Cieza, más que otra gente de otros pueblos. Nosotros, los ciezanos, donde vamos decimos que somos de Cieza, entonces, queremos a Cieza. Pero todo es un regalo, la vida misma, las amistades y, por supuesto, en ese sentido vivir aquí si es un regalo, para mí, para otras personas que tienen que trabajar en el campo o que no tienen trabajo pues a lo mejor no es un regalo. Todo, si lo miramos por la parte positiva, es un regalo de Dios.

Por último, ¿será usted capellán de las Hermanas Clarisas antes de que lo desamorticen por el abandono de esta comunidad de religiosas?

¡Qué negativa es esa pregunta! No lo sé. Eso lo dejo en manos de Dios. Yo le pido al Señor que haya vocaciones, que no se cierre ese monasterio; en Cieza es un lujo tener ese monasterio de Hermanas Clarisas. Yo no entiendo como ahora mismo, en la Iglesia, no hay una autoridad que organice las órdenes religiosas por que estas órdenes religiosas, por ejemplo, tienen conventos en España con doscientas monjas y con cuatrocientas monjas; y son de las mismas órdenes y aquí están cerrando conventos cuando en otras partes de España hay conventos que no pueden tener tanta monja ya. Ahí hay una falta de liquidez u organización para poder mantener estas comunidades religiosas que están al servicio del Señor y del Pueblo de Dios; pero que no son para, de alguna manera, los fundadores destacar por el número de hermanas que tienen. Ese es el problema de siempre, el protagonismo personal, el capillismo y el nacionalismo, que también llega a estos lugares. Rezaré para que no se cierre el Monasterio de las Claras. No obstante, si el obispo me nombrase capellán de las Clarisas, como si me nombra de otra cosa y yo pudiera, pues lo haría, además, con mucho gusto.