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Pedro Cascales: «Me duele el sufrimiento de la gente, no me acostumbro y es imposible no llevarte algunos sentimientos y recuerdos a casa»

‘’Además de profesional es una bellísima persona, que a base de esfuerzo ha conseguido cumplir sus sueños. Tiene todo mi respeto y admiración. ’’ Esto escribía el 2 de octubre de 2012 un anónimo en el blog de Conrado Navalón a raíz de una entrevista a nuestro protagonista de hoy.

Lo recuerdo perfectamente. Era 8 de marzo, el reloj marcaba las dos de la tarde y en una de las salas del tanatorio yacía el cuerpo de mi abuela. Un wassap me llegó: « Esta aquí Cascales’’, tantas veces lo nombraba en casa mi hermano, estudiante de Medicina, y mi madre, familiar suya, que tenía muchas ganas de conocerlo. Abrí la puerta del tanatorio y, cuando me vio entrar, se sorprendió de que yo fuera familiar suyo ¡Me tenía controlado en redes sociales! En aquel momento no supe salir de la situación, pero si encontré en él la voz pausada de quien sabe tratar a los demás por igual, de quien creció en una familia humilde y se ha encumbrado como uno de los cirujanos más reputados del Servicio Murciano de Salud.

Hoy traemos hasta el corazón de este rincón al hijo de Panete, el Doctor Pedro Cascales Campos, cirujano de la Arrixaca, experto en cirugía del cáncer y docente en el Grado de Medicina de la Universidad de Murcia.

¿Quién es más famoso en Cieza, tu padre, Panete, o tú?

Sin duda alguna mi padre. Cuando era pequeño me sorprendía la cantidad de gente que conocía. De hecho, mucha gente me conoce gracias a él y en el hospital me suelo identificar frecuentemente como el “hijo de Panete”. Es un hombre bueno de los que ya quedan pocos.

¿Por qué estudiaste medicina? ¿Había una vocación familiar?

Pues lo cierto es que no hay ninguna vocación familiar. De hecho, en mi familia próxima fui el primero en ir a la universidad. Yo procedo de una familia de trabajadores del campo y de la construcción. Esto me ha servido mucho a la hora de valorar el esfuerzo diario y el coraje que hay que ponerle a la vida para salir adelante. Cuando era pequeño mi padre me insistía en que fuera arquitecto, pero ya desde muy pronto supe que quería ser médico. El primer recuerdo que tengo sobre esto es el de un compañero de clase que se puso muy malito, hasta el punto de temer por su vida, y, cuando lo vi volver a clase, es posible que se despertara en mi el sentimiento querer ser como las personas que lo habían curado.

Eres una persona multidisplinar en toda la amplitud de la palabra. Igual tocas el violonchelo con tus hijos que presides congresos como el de la Sociedad Española de Oncología Quirúrgica (SEOQ) ¿Cómo es un día en tu vida?

Bueno, intento compatibilizar todos los aspectos de mi vida que me gustan. Esto implica levantarse muy temprano y acostarse tarde y priorizar las cosas importantes por encima de todo lo demás. Mi cabeza siempre está dándole vueltas a los proyectos y eso facilita luego el trabajo en cuanto a la gestión del tiempo que se debe dedicar a cada cosa. Por supuesto, tengo un apoyo familiar sin el que sería imposible trabajar a este ritmo.

¿Cuál fue el motivo por el que te centraste en la cirugía de cáncer digestivo avanzado?

Bueno, fue realmente el destino el que me fue poniendo donde estoy. Yo tenía claro que quería ser cirujano general y dedicarme a la docencia universitaria. Con el trabajo diario te vas dando cuenta de que hay parcelas que te gustan más, y algunos pacientes te calan hondo y te hacen replantearte las cosas y enfocar sus enfermedades desde otra perspectiva para poder ayudarlos. Es un cúmulo de circunstancias. No creo que nadie entre en medicina con la idea de dedicarse a algo tan concreto. Sería un error.

¿Cómo se lleva mirar a la muerte frente a frente cada día?

Se aprende a convivir con ella. Me duele el sufrimiento de la gente, no me acostumbro y es imposible no llevarte algunos sentimientos y recuerdos a casa. Con el paso del tiempo nos quedan algunos fantasmas en el alma que, en ocasiones, vuelven cuando menos te lo esperas. En el hospital se viven situaciones horribles y al contrario. Es un lugar donde se manifiesta la grandeza del ser humano. Y es mas grande de lo que te puedes llegar a imaginar.

¿Crees que en un futuro la enfermedad del cáncer será erradicada?

Sin duda. Todo es cuestión de entender que, si se le da prioridad que se merece a la ciencia, determinadas enfermedades se erradicarán tarde o temprano. Si la sociedad se centrara en estos aspectos, ganaríamos todos sin duda. El problema es que la investigación en medicina no es ni pan ni circo e interesa menos de lo que debería.

¿Uno está preparado para ver morir a su madre de algo a lo que se enfrente día tras día?

No. Nunca se está preparado para algo así. A veces, la ignorancia es un alivio. Yo no lo tuve.

Eres cirujano de la Arrixaca, docente del Grado de Medicina de la UMU y, dicen las malas lenguas, que estás pensando en abrir una academia para preparar el MIR ¿Tienes tiempo para vivir?

¡Claro que se tiene tiempo! Hay gente que hace muchísimo más que yo. Una vez un alumno me dijo que le encantaba la cirugía pero no quería llevar el ritmo que llevábamos los cirujanos. Es un error esta manera de plantear las cosas. Decía mi suegro que “palos con gusto no duelen”. Imagínate estar haciendo una cosa que te apasiona. Te despiertas por la mañana deseando empezar el día y es con eso que haces con lo que te ganas la vida. Esta suerte no la tiene todo el mundo. Respecto a la academia MIR, es un boceto de proyecto. Surge como muchas cosas que he hecho, siendo consciente de los problemas que existen, en este caso con los alumnos y los médicos que se están preparando el MIR, e intentando darles una alternativa. Hay muchas cosas que se pueden mejorar en esta parcela. ¡A ver qué pasa!

La sanidad pública española es un ejemplo a nivel mundial, ¿hay motivos para pensar lo contrario en los próximos años?

Los Sanitarios españoles son el ejemplo. Es el sistema de gestión de la sanidad el que tendría que replantearse algunas cosas. Ahí lo dejo.

Por último: ¿Qué recuerdos guardas de tu infancia en el Barrio de San José Obrero? ¿Fueron años duros?

Fue una época muy buena. El ambiente de mi colegio era fantástico, era niño y en esta época de la vida se tienen pocas responsabilidades. Tuve la suerte de pertenecer a una generación de personas que todavía jugaban en la calle y a las que su madre, a gritos, llamaba desde el balcón para ir a por la merienda. Había más relación entre las personas que ahora y, sobre todo, tenía a mí alrededor a toda la familia. Algunos me faltan ahora.