El tiempo - Tutiempo.net
El tiempo - Tutiempo.net

El Viaje (más final aún) a Ninguna Parte. SEBAS (Sebastián Marín Martínez)

Sebas es un albañil, ciezano de pura cepa, buena gente, que apuesta por un mundo en positivo, a sideral distancia del albañal infecto en el que algunos quieren convertir el mundo y la vida.

Creo que alguna vez, al cruzarme con él, me llamó Marcos…Adiós, Marcos, hola, aunque bastantes otras me dijo Bartolomé, y finalmente, muchas más, adiós, Bartolo…simplemente, llegó por fin el coloquial que implicaba mayor cercanía y confianza, sensaciones ambas muy positivas que siempre despertó en mí aquel “phantasma” peripatético, y que irradiaban de su persona, formaban parte de su aura, que mi querido compañero y amigo, Antonio Fernández Gómez, ex director del IES “Diego Tortosa”… y santo, habría dicho que era de color azul, pues el rojo es demasiado abrasador y parecido al infierno marciano. Y Sebas (sé que tengo permiso para referirme a él así), rezuma por todos los poros – y los pelos de su bigote brochaespesa, abundante y canoso-, cordialidad y bonhomía, vamos que me parece un buen tipo, no como Putin, Joe Biden o Pedro Sánchez, personajes todos ellos perfectamente prescindibles.  

Mi conocimiento de su persona se vincula en realidad estrictamente al “tiempo de la mascarilla” (esta época infausta que nos han obligado a vivir durante más de dos años y medio, cuando supuestamente estaba diseñada para quince días), y a la circunstancia concreta del paseo en el tramo Paseo Ribereño de Cieza, entre Paseo de Ronda y la Presa, y en la franja horaria de 8 a 8.30 de la mañana. Generalmente nos cruzábamos, y nos seguimos cruzando, en un instante que apenas sobrepasa los 3 o 4 segundos, aunque ha habido algunas ocasiones en que las circunstancias (y quizá la necesidad dormida…) han hecho que se amplificara el tiempo de “palique”, que siempre ha sido vivo, fluido, cordial y relajado. Unas veces él iba de ida y yo de vuelta; otras, viceversa. Al fin, un día, no sé ni cómo, supe que se llamaba Sebas, diminutivo de Sebastián. No he conocido aún a ningún Sebastián que fuera mala gente, la verdad. Éste, evidentemente, tampoco. Me comentó que tenía 64 años, que está casado y que tiene, como yo, tres hijos, dos chicas, Cristina y Alicia, y un varón, José Javier, hermosos y benditos nombres, y que había trabajado durante muchos años con Jordán, el de los sifones…subiendo y bajando de su motocarro, pateándose las calles con la distribución de bebidas, trabajo que le había ayudado a alcanzar el asombroso conocimiento de la tribu de los ciezanos (ya saben, aquella escindida en el tiempo de las invasiones bárbaras de los suevos, vándalos y alanos), que demostraba en su conversación. Porque Sebas conoce a todo el mundo y nada ni nadie hay en Cieza que le resulte ajeno, o a quien no le encuentre filiación. Con decirles que conocía perfectamente a mi familia, particularmente a mi familia política, empezando por los padres de mi esposa, mi cuñado José Antonio Izquierdo, portero del Cieza en su día y que hasta a mi prima hermana María Jesús Carrillo, Susi la peluquera, con la que coincidimos un día en un breve alto en el camino, supo ubicarla perfectamente tras una ligera vacilación inicial: ¿la mujer de Cano?, dijo Sebas, haciéndose la luz inmediatamente…Sí…Muy guapaSebas ya está jubilado, supongo que desde no hace mucho tiempo, porque ahora me doy cuenta de que me hace falta actualizar estos registros, pero siempre fue albañil de profesión, de los de sentido común, ajuste presupuestario a favor del sufrido cliente, y concepción de la profesión, siempre, como un servicio. Vamos, de lo más normal y corriente, ¿verdad? Ahora, como tantos, se ha metido a caminante, de los que rumian la vida en cada paso, un Don Quijote descabalgado, andariego, bondadoso y feliz.  

Tengo la sensación – y no creo que me equivoque- de que detrás de Sebas, o mejor, junto a él, hay también una vida plena y feliz, hecha de conformidad y no beligerancia consigo mismo y con los demás, incluidos los suyos. Nos seguiremos viendo en el camino, porque el camino ayuda…No en vano alguien definió la novela (Stendhal creo que fue) como “un espejo que se pasea a lo largo del camino”. En él (y en la novela) estamos…