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Cieza, hoy. Los domingos por la mañana

Suena el despertador, sin apenas transcurrir un segundo, lo aporreas y lo apagas, pero tú, cabezón por naturaleza, te has puesto alarmas cada cinco minutos hasta las diez. Miras la hora, no está, vuelves a mirarla, tampoco está y, al final, casi por inercia, decides que el domingo hay que aprovecharlo porque, cuando el reloj marque las cuatro, será la hora de lo mejor del domingo, la siesta, porque ustedes duermen la siesta ¿no? Si no la duermen, lo siento, pero no tendrán mi amistad.

Consigues ver la hora que es, recorres la cama de lado a lado, haces la croqueta y, cuando crees que has vuelto a caer, decides saltar de la cama para disfrutar de un día más de tu vida que, tal y como están las cosas, es un regalo de valor incalculable. Te despiertas, vas dándote golpes por el pasillo, todavía estás dormido y no eres consciente ni de quién eres. Desayunas, yo un vaso de leche, pero hay gente que se come medio Mercadona cuando desayuna. Que si la media tostada de atún con aguacate, porque ahora se ha vuelto chic desayunarlo, no porque sea nada de otro mundo, pero, como en la Cinco dicen que lo desayunan, pues tú también te lo metes entre pecho y espalda, eso sí, habiendo luchado antes lo más grande para que no salga directo contra la pared y, en lugar de desayuno, sirva de gotelé.

El suelo está lleno de migajas, las recoges, te lavas la cara, te pones la ropa y comienza un domingo de narices, porque los domingos están para ser grandes, si no, que se vayan al carajo una y otra vez. Te terminas de atar las cordoneras, te coges una rebequita o, como dicen los listos de Decathlon, un cortavientos de la marca Quechua, que es la que to’ kiski lleva cuando hace deporte. Abres la puerta y piensas donde vas a ir, pero, en ese momento, caes en la razón de que vives donde la razón no logra comprender nada. Vives en Cieza y eso, querido lector, te ofrece un mar de posibilidades. Desde coger la bicicleta y hacerte la Vía Verde del Chicharra, tirar para Calasparra o, simplemente, tirar para la Atalaya, sin más camino que el propio camino que te marquen las pisadas de los que te han precedido. Ahora, si no te va la bici, porque es muy cara y eso de llevar la cabeza embutida, como que no, pues te puedes ir a andar por los mil y un caminos de la Atalaya, que si por el Paseo Ribereño, que si a La Presa, que si al Sarraceno, que si al Menjú o que si a darte una vuelta a la manzana a ver si ves a la vecina guapa, total, lo importante es disfrutar del domingo.

Son la una del mediodía. Has regresado de tu ruta, si eres ciclista, no puede faltar el aperitivo por imposición categórica de las reglas del ciclista ciezano. ¡Camarero!: Un butano y un plato de escombros. ¿Para qué más? ¿Verdad? Y, tras una hora de charra, es el momento de volver a casa, una ducha y a ser el rey del sofá, que hoy hay futbol y eso es innegociable, juega el equipo de tus nervios, el que te los descose a balonazos y te los cose a base de pitido final. Si simplemente has optado por salir a andar, una duchita rápida, que, por muy runner que te creas, no eres más que un señor, entrado en años, que se ha dado a la caminata porque la cosa está mu malica y no te puedes ir a la playa a coger cangrejos y ver los barquitos que nunca te podrás comprar, pero, eso sí, Reverte espera en la leja y el sofá está libre ¡bendito milagro!

Te echas la siesta de dos horas, porque es la siesta del domingo. Te despiertas de nuevo sin saber ni cómo te llamas, pero oye, el domingo se ha pasado ya, mañana volverá a sonar el despertador a las siete y media y, acto seguido, te volverás a acordar de todo lo acordable, pero oye, has disfrutado del domingo. Has visto la Andelma, unas chinas por el Sarraceno y a uno de Izquierda Unida ¿los verdes? Tirar un papel de los mocos al suelo de la Atalaya, total, el ecologismo de cara a la galería está muy bien, pero, luego, cuando voy con mi amigo José María… ya saben lo que pasa.

En fin, que mañana es domingo y quiero irme a andar, total, algo tendré que hacer con mi vida.

Os espero en quince días,  mientras sigo observando la vida.