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Cieza, hoy. Recuérdame

La Agrupación Musical Virgen de los Reyes estrenó en octubre la marcha procesional ‘’Recuérdame’’. Su autor, Torres Simón, señalaba sobre la obra: ‘’Que realmente me haga recordar quien he sido siempre, que no me haga perderme, que por muchos estudios, que por mucho que la gente me diga lo bueno, que me permita volver a esa esencia. A lo que yo siempre he sido’’. Se irá el año, pondremos toda nuestra esperanza en esa felicidad que, supuestamente, te traerá la Navidad, pero, en tu interior, quizás necesites volver a esa esencia de la que Torres Simón hablaba, porque, querido lector, quizás te has quedado tirado a mitad del camino y, a lo mejor, no sabes ni quién eres. Por eso, dirígete a quien quieres y pídele, por favor, que te recuerde quien eres.

En la calle los niños tiran petardos, los jóvenes llenan las terrazas y tu móvil no deja de pitar con la llegada de felicitaciones. Mirarás a esa silla y solo habrá ausencias que te arrebatan la vida a cada segundo de ella. Te hablarán de fiesta, alegría y no sé cuantas cosas más, pero, en tu interior, sentirás que todo te da igual, que no encuentras diferencias entre el ahora y el ayer. No habrá motivos por lo que hacer esto especial, porque recordarás el pasado y dolerá, ¡claro que dolerá! Porque las cosas se quedaron a medio camino, los sueños se quedaron en eso, sueños errados y esperanzas quebradas en el sol intenso del verano. Mirarás atrás y verás que, posiblemente, ha sido un año de mierda. Has tenido que despedirte de gente a la que has querido casi como a un padre, te has levantado porque, imagino, la vida te ha obligado porque, si por ti fuera, todavía seguirías tumbado ahí, viendo como el sol duerme y la luna despierta. Recuérdame quien fui, no hay más. Recuérdame porque estoy aquí, porque escribo y porque soy quien soy, si algo soy. Recuérdame que vivo en la tierra donde la luz siluetea un sueño de siglos de historia, donde la vida transcurre en calma hasta que los redobles despiertan a una ciudad que duerme en el vaivén atemporal de los olmos del Paseo Ribereño. Recuérdame que vivo donde el Sol se enamora perdidamente de la piedra, donde estalla la vida cuando el frío deja paso a una pasión en blanco y rosa. Recuérdame que un día conocí la esperanza, la ilusión y la motivación por lo que hoy la perdí. Recuérdame que todavía existe la gente que tiende la mano cuando nadie quiere saber nada. Recuérdame que volverán los vencejos por primavera, que la vida seguirá cobrando sentido en cada amanecer a los pies de ese Dios que llena el camino de reencuentro, abrazos, vida, ilusión y compasión. Recuérdame para que recuerde que quise mucho, que aprendí y que me enamore de un Señor, porque otro señor me enseño que la vida se acelera cuando la Navidad pasa y enero comienza a despedirse. Recuérdame que vivo en la mejor tierra del mundo, donde las oportunidades terminan llegando, sin fecha previsible, pero terminan llegando. O eso quiero creer.

En definitiva, recuérdame que algún día volveré a ser yo y, mientras que no soy, sé tú por mí, porque no hay nada mejor que la tierra a la que escribió Fray Pascual Salmerón, pintó Pepe Lucas y esculpió Carrillo para ser mi madre.

Recuérdame, tierra mía, que soy hijo tuyo y que, aunque no lo vea, merece la pena despertar cada día para ver tu sonrisa en la alegría, la sinceridad y el cariño de tus paisanos. Recuérdame el porqué, no te pido más.

Feliz Navidad, paisanos. Creo que volveremos a vernos en 2023.