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¿Llega el invierno? Parece que aquí no

Día tras día nos desayunamos, comemos y cenamos con la misma noticia: este tiempo no es normal.

Y como la cosa se alarga y se repite cada año con mayor incidencia, podemos ya empezar a decir con cierto conocimiento de causa que este clima no es normal. Aunque haya desinformados, o quizás informados con intereses oscuros, que lo nieguen.

El otro día oía a agricultores ciezanos quejarse de varias cosas. Una, el trasvase, o más bien su posible desaparición. Otra, relacionada, los meses que lleva sin llover. Y otra, más sutil pero también más peligrosa, las flores que están saliendo ya en muchos frutales.

Y hablo de hace un par de semanas. A finales de diciembre había ya en las explotaciones agrícolas ciezanas árboles con brotes y flores. Algo pocas veces visto, muy pocas. Y también algo muy peligroso, porque una floración tan temprana viene acompañada del riesgo de que una helada, que no tiene ni que ser tardía, acabe con la cosecha de este año.

Y después llegará ese cálido verano que ya no es cálido, sino tórrido. Menos mal que para entonces las frutas de hueso ya estarán (si ha habido suerte con las heladas) recogidas. Suponiendo, igualmente, que unas lluvias torrenciales en primavera no se hayan llevado por delante las cosechas, muy tempranas probablemente por el “cálido” invierno.

Hay que ser muy ciego para negar la evidencia. Los desastres climáticos ya no solo se suceden, sino que se superponen incluso. Las estaciones están descolocadas. Aunque a veces nos encontremos con brutales olas de frío, las olas de calor (o el calor tórrido casi continuo del último verano que se hará habitual en poco tiempo) harán elevar continuamente las medias climáticas. No creáis a quien os diga que es mentira que exista el calentamiento global por estas olas de frío: se trata de ese mismo calentamiento, que desequilibra el clima en general con tendencia final al alza. Cuando se niega ese cambio o bien se es muy simple o, lo que es peor, se trata de engañar al respetable por motivos generalmente de interés propio, ya sea político o económico. Es lógico que quien utiliza carbón para producir electricidad se vea perjudicado por la posible eliminación de los combustibles fósiles. Es incluso lógico que se queje de ello. Lo que no es lógico ni defendible es que quienes se ven perjudicados por las medidas que se están tomando (y muchas más que deberemos tomar) intenten convencer a la ciudadanía de que el cambio climático no existe, y presionen para que no se tomen dichas medidas. Anteponen de hecho su propio beneficio a la seguridad, e incluso a la vida, de los demás. Y eso poca defensa tiene. Por no decir ninguna.

Pero volvamos a Cieza. Imaginad hacia dónde vamos. Porque evitarlo ya es imposible. Como mucho, si actuamos de consuno en todo el planeta, podremos paliarlo. Pero las consecuencias van ser graves. Lo primero, el agua. No tendremos agua barata, porque no habrá de dónde traerla. Ni con trasvases ni con aportaciones de otras cuencas. Porque, simplemente, de donde no hay no se puede sacar. Y lo único que quedará será el agua desalada, carísima, de mala calidad y que además habrá que traer desde la costa, con el lógico encarecimiento. Los ritmos agrícolas cambiarán por completo, y poco nada se podrá cultivar en unos veranos abrasadores y unas primaveras que serán muy cálidas, mucho más que ahora, aunque se verán salpicadas de olas de frío o lluvias torrenciales. La agricultura ciezana como la conocemos ahora no será posible. Habrá que buscar otro tipo de explotación que se adecúe a las nuevas condiciones, cosa nada fácil. O incluso muy difícil.

Y ya sabemos de qué vive nuestra localidad. Y las del entorno. Y eso sin tener en cuenta que nuestros clientes, quienes nos compran nuestras frutas y verduras, puede que no se encuentren en disposición de seguir haciéndolo, o bien porque se encuentre empobrecidos o porque, cabe la posibilidad, las tierras del norte que ahora son más frías sean dentro de poco más cálidas y puedan cultivar ellas mismas nuestros propios productos.

Para el próximo fin de semana, cuando leas esta columna, querida lectora, querido lector, hay anunciado un empeoramiento del tiempo en buena parte de España. Salvo aquí, en el Mediterráneo, donde seguiremos “disfrutando” de un invierno primaveral que no parece tener fin.

Pues eso, que aquí, de momento, no.