El tiempo - Tutiempo.net
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Tempus Fugit (A toda velocidad)

Hace pocos días moría la archifamosa cantante estadounidense Tina Turner. Conocida desde hace mucho como la abuela o la reina del rock, Tina nos dejó con 83 años tras luchar contra un cáncer y contra los efectos de un ictus sufrido hace una década.

Pero no os voy a hablar de este triste suceso, sino del hecho de que sea un nuevo hito en la cadena de acontecimientos que me hacen darme cuenta de algo que, no por sabido, nos cuesta menos aceptar: la increíble velocidad a la que pasa el tiempo.

Lo cierto es que cuanto más has vivido, más rápido parecen correr el reloj y el calendario. Cuando eres joven, y que me corrijan los jóvenes si me equivoco, es difícil aprehender esta velocidad. La vida parece eterna y uno mismo y quienes le rodean, inmortales. No nos da la impresión de que cada segundo que pasa es un segundo menos que le queda a nuestra vida. Incluso nos preguntamos a veces qué será de nosotros en un futuro lejano, cuando hayan pasado cuarenta, cincuenta o sesenta años. Sin hacer realmente planes, porque a tan largo plazo la juventud no deja otear horizontes tan lejanos, pero sí imaginando, o al menos intentando atisbar, cómo será la vida de uno cuando la juventud ya sea sólo un recuerdo.

Pero es cuando llevas ya unos añitos (bastantes) en este mundo cuando empiezas a tener conciencia de lo mucho que has vivido. Y lo que es peor: de que lo que te queda por vivir es mucho menos que lo que ya has vivido. Y es entonces cuando piensas en lo que ha sido tu vida, cuando te da por hacer un primer balance de tu trayectoria vital, de lo bueno y de lo malo que has hecho o dejado de hacer. Y te entra también la prisa. Prisa por aquello que nunca hiciste, prisa por consolidar lo que tienes, prisa por vivir deprisa, porque el tiempo va escaseando y no quieres que lo que te queda pase en un suspiro, sin pena ni gloria.

Y por si fuera poco, el mundo cambia. Y también a mucha velocidad. Tanta que cuesta adaptarse a los cambios, en especial cuando la juventud ya no te acompaña. Ya se sabe, la capacidad de adaptación disminuye en proporción directa a la edad, y no sólo porque los años restan facultades, sino también porque uno llega a estar de vuelta ya de muchas cosas y lo moderno no siempre significa lo mejor. Y para qué esforzarse en cambiar tu vida si en realidad no te hace falta y estás muy, pero que muy bien como estás.

Y a eso se le llama experiencia. Es algo sutil, que tarda mucho tiempo en adquirirse, que no se puede comprar ni vender (al menos no la propia) pero que, como reza el dicho, es un grado. Porque la experiencia está hecha de vida, de segundos, minutos y horas, de días, semanas, meses y años, uno detrás de otro, que se van amontonando y construyendo, sin que nos demos cuenta, una forma de ver la vida y de vivirla. Te haces más tranquilo, más analítico. Más tolerante también. Te das cuenta de que la vida es corta para según qué cosas y de que sería, es, muy conveniente aprovecharla para otras muchas. Y actúas en consecuencia. Que el tiempo que te queda es tuyo y la mayor parte de las veces de ti depende cómo lo utilices. Y cómo lo disfrutes.

Te descubres a ti mismo comprendiendo lo que decían tus padres cuando tenían la edad que tú tienes ahora. E incluso mostrándote muy de acuerdo con ello. Es más: haciendo exactamente lo mismo que ellos. Y es entonces cuando comprendes que ellos tuvieron una experiencia vital muy parecida a la tuya y también que el tiempo es una variable que existió, existe y existirá siempre. Con la única diferencia de la rapidez con la que ocurren los cambios hoy en día, que nos desborda y nos sobrepasa. Pero que podemos muchas veces obviar con ese plus de experiencia que hemos ganado.

Hay una canción que desde que la oí por primera vez me llamó poderosamente la atención. Es una canción ya antigua, de 1984, de un grupo que todavía hoy existe: La Unión. Esta canción se titula “Sildavia” y en una de sus estrofas, la principal, dice: “el tiempo pasa tan despacio en Sildavia…”. Frase que cuantos más años cumplo, más recuerdo y tarareo. Porque para mí el tiempo pasa ya demasiado rápido y haría falta frenarlo un poco. De hecho, estoy pensando en comprar una casita allí para pasar mi jubilación. El único problema es que, también según la canción, Sildavia no sale en los mapas.

Habrá que buscarla con ahínco. Que el tiempo vuela.