He intentado seguir la corriente,
nadar sin esfuerzo,
sentirme frágil.
Pensaba que era náufrago,
que no tenía rumbo,
sin darme cuenta,
que llevo el timón de un barco,
mi propio barco.
No necesito marinero que me lleve a buen puerto,
ni tripulación que me diga qué es lo correcto.
Nado a contracorriente y eso no me hace más terca,
o tal vez sí,
pero cada vez soy más fuerte.
Soy ave de paso,
camino,
más no destino.
Mi fin no es hacer daño,
a veces sin quererlo,
causo perjuicios.
Incapaz de fingir,
como si de una obra de arte se tratara,
pues,
es mi propia máscara ,
quien me delata.
