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José Antonio Pastor: «La naturaleza y la montaña son una escuela perfecta para aprender»

Un  golden retriever, blanco como la nieve, duerme plácidamente bajo el sol de otoño. Los niños de los vecinos corretean y se cuelan en el audio de la entrevista. Un hombre mayor saca un plato de comida y se sienta en el porche de la casa colindante. Al lado celebran un cumpleaños. El susurro del viento sirve de coro a la entrevista. Lourdes está de aquí para allá, siempre pendiente de sus retoños, Alma, Pedro y Lola, pero también de nosotros, los invitados. Una parra ya del color del atardecer nos cobija. En el punto 38°10’30.6″N 2°05’33.7″W de un paraíso interior al que llaman Campo de San Juan nos sentamos a hablar con un matemático de rebote, que, por ir a contracorriente de sus padres, decidió cruzarse toda la península para estudiar Ciencias Políticas en Deusto. Apenas duró dos meses, hasta que ‘’El Tahúllas’’ le cambió la vida para siempre. A partir de ahí, la montaña se convirtió en su refugio, Moss en su guardaespaldas y Lourdes, su mujer, en el refugio al que siempre volver.

El sonido de las brasas nos avisan de que debemos comenzar a conocer a un ser excepcional, natural, sincero y lejos del estereotipo de científico, como le gusta etiquetarse. José Antonio Pastor González, un ciezano que añora la Atalaya y que cuenta su vida en https://www.montanasdelsur.es/, es nuestro entrevistado de diciembre. También es profesor de Matemáticas en la UMU, pero eso lo dejamos de lado. Conocemos al montañero, al padre, al esposo de la nieta del Maestro Carrillo y al ciezano ausente.

El camino.

Bueno, el camino es lo que da sentido a las cosas ¿no? La gente tiende mucho a pensar en el final de todo y, en realidad, lo que realmente merece la pena hacer es el camino. Es recorrerlo.

¿A quién echas de menos?

Yo, fundamentalmente, echo de menos a mi familia, mis padres, porque no vivo cerca de ellos y los veo menos de lo que me gustaría, pero, por suerte, ellos siguen bien, están vivos y, siempre que puedo, intento acercarme a Cieza a verlos. En general, no soy una persona que está pensando en lo que no tengo, sino en lo que tengo.

¿Qué te aportó tu etapa en los Scouts?

Los Scouts fueron muy importantes para mí, porque me enseñaron lo bonito que es vivir al aire libre, vivir en una tienda de campaña, dormir al aire libre, ser autónomo y poder hacerte tú mismo las comidas. A nivel personal, los Scouts me han proporcionado casi todas las grandes amistades que yo he tenido en mi vida.

¿De dónde te viene esa pasión por la montaña?

No lo sé. Es una pregunta muy difícil de responder. Yo siempre recuerdo con mucho cariño que, desde pequeño, nos íbamos en las vacaciones a vivir al campo, para mí eso era el acontecimiento de mi vida con seis, siete u ocho años, el irme en semana santa, en navidad y en verano al campo, ahí, al Maripinar, era lo mejor que me podía pasar. No echaba de menos para nada la ciudad, los coches. En el campo estaba muy bien. Allí cogía la bicicleta, echaba a andar, a explorar y yo creo que viene todo un poco de ahí, que desde muy pequeño ya estaba ahí la semilla.

Las Matemáticas y la montaña aparentemente poco tienen que ver ¿no?

A ver, la vida es muy amplia y uno puede diversificar su tiempo en muchas cosas diferentes. Aun así, yo creo que todo está relacionado de algún modo. Las matemáticas, que es lo que a mí me da de comer, también tienen su conexión con la montaña, que es lo que a mí me da sentido emocionalmente. En definitiva, se pueden buscar muchas vinculaciones. Yo, más que matemático, me definiría como científico, porque me gusta la ciencia en general. No solamente las matemáticas. Las matemáticas en sí mismas no son muy útiles, porque están en un mundo perfecto, pero no es un mundo real. Me gusta más la conexión que tienen las matemáticas con la vida real, que podría darse en la física, la química, la biología etc… En ese sentido, las matemáticas y la montaña también tienen su intersección no vacía.

¿Cómo surge tu proyecto Montañas del Sur?

Como todas las cosas importantes de mi vida, surge de algo casual, de algo minúsculo, de algo que no tiene en apariencia ninguna importancia. En el año 2006-2007, yo ya estaba trasteando lo que antes eran las páginas webs. Descubrí una plataforma que se llamaba WordPress, que es un gestor de contenido que estaba arrancando en aquel momento, era completamente irrelevante, comparado con otros gestores de contenido. Aposté por ese CMS y creé la página y la creé como una continuación lógica de lo que yo venía haciendo décadas, ya que yo siempre he procurado anotar en una libreta todas mis salidas de campo. Tengo cuadernos desde los años noventa, lo que pasa que esto a mí me daba la oportunidad de transcribirlas al medio informático y publicarlas para la gente; aunque yo he comprendido que mi página ha tenido épocas de relativo éxito, yo siempre he escrito para mí, es una posición un poco egoísta, si queréis llamarla así, pero siempre, cuando hago los reportajes, es porque yo soy consciente de que dentro de algún tiempo, lo que sentía en ese momento, se me ha escapado y vuelvo a mi reportaje para poder vivirlo de nuevo.

¿Has descubierto si tus hijos tienen la misma comunión que tienen sus padres con los árboles, los horizontes y las estrellas?

Es pronto para decirlo porque ellos son todavía muy pequeños, pero, claro, intentamos que ellos aprendan las cosas importantes de la vida, las cuales no son tener una cuenta con muchos ceros, es importante, pero no decisivo; no es la apariencia; no es la superficialidad. Las cosas importantes son las experiencias que uno vive y lo que uno lucha para conseguir las cosas que busca. La naturaleza y la montaña son una escuela perfecta para aprenderese tipo de cuestiones. ¿Qué es lo que realmente importa? ¿Qué es lo que realmente a ti te da la felicidad? Con relativamente pocas cosas puedes estar muy satisfecho y contento con tu vida.

¿Qué cima te ha sorprendido más?

Yo creo que mi cima fetiche de siempre, por temas sentimentales de niño, siempre ha sido el Almorchón de Cieza. El Almorchón es una montaña muy arraigada en mi interior, en mi imaginario personal. Tengo grabado a fuego que la cumbre principal de la montaña, la cumbre más alta, no se puede alcanzar andando, para alcanzarla hay que escalar y yo siempre miraba esa cumbre y me decía a mí mismo: ‘‘alguna vez la voy a subir’’, y, efectivamente, ese sueño, por suerte, se cumplió en su momento. He vuelto a subir muchísimas otras veces, cada vez, quizás por sitios más difíciles, pero es una montaña que a mí siempre me ha imantado. Esto es así porque la tenemos en los ojos. Tú estás en Cieza y miras hacia donde se pone el sol, hacia Almadenes, y ves la silueta del Almorchón, esa es una imagen imborrable, está grabada a fuego en lo que sería mi historia personal montañera.

Una montaña con la que tenga alguna espina clavada.

Yo me he bajado de muchas montañas y la última que es la que más tengo grabada. Fue esta primavera pasada, en marzo, fuimos a Pirineos, fuimos tres compañeros y mentalmente yo no me sentía confortable en la montaña, me sentía bastante superado por la situación y les dije a mis compañeros que me bajaba, no podía asumir el riesgo, porque mentalmente no me encontraba bien, mentalmente significa que la realidad que tienes delante de ti sabes que te está superando y que es un riesgo demasiado alto continuar. Me bajé. Cuando te bajas de una montaña así, por esos motivos, se te queda la mente dándole vueltas muchas veces y esa montaña ahora mismo la tengo ahí, pero, quién sabe, la vida es muy larga y te permite pagar las deudas.

Aparentemente, el Campo de San Juan pierde población, como una gran parte del territorio español, pero, sin embargo, aquí tienes tu casa de campo ¿Qué explicación tiene eso?

El Campo de San Juan es un tema sentimental, porque yo, cuando era muy joven y hacía mucha bicicleta, para mí, venir aquí con la bicicleta desde Cieza suponía llegar a un mundo diferente. Esto era un mundo en el que los árboles eran distintos, los pinos eran más  grandes, las montañas eran más altas. Emocionalmente, siempre me he sentido muy vinculado con el Noroeste de la Región de Murcia. En todos los sentidos. Y nada, como todo en la vida, surgió una oportunidad, lo vimos muy claro, y aquí tenemos esta casa sencilla donde pasamos muchísimo tiempo y espero que podamos seguir viniendo muchas más veces.

Si pudieras elegir entre La Risca, Cieza, Murcia o Cantabria ¿Con cuál te quedarías? ¿Cuánto hay de ti en esas tierras?

Es muy difícil elegir. Todos esos sitios tienen alicientes y tienen girones de mi vida, de todo el tiempo que he pasado ahí. Cieza, sin lugar a dudas, es mi patria chica. Yo echo mucho de menos Cieza, siempre.

De los diferentes parajes montañosos que tiene Cieza y sus alrededores, ¿Cuál es el que más te apasiona?

Las montañas que tiene Cieza, en general, son un completo lujo. En Cieza tú puedes levantarte de la mesa de camilla a las cuatro y media de la tarde y a las cinco menos cuarto estar cruzando el Puente de Alambre y a las cinco y diez estar en el santuario y ver un pedazo de puesta de sol.  Eso es una riqueza que no tienen todos los pueblos de la Región de Murcia. Cieza tiene un río que es una preciosidad y un paseo donde pasear en cualquier época del año. Es un lujo enorme tener ese entorno natural que tiene el pueblo.

¿Quién es Moss y que supone para tu familia?

Moss es nuestro perro desde el año 2007, cuando nació. Él nos ha acompañado a Lourdes, mi mujer, y a mí, en todo lo que ha sido nuestro camino en común. Lourdes y yo empezamos a estar juntos en ese año y, como decía, ha acompañado toda nuestra trayectoria en pareja. Por así decirlo, fue nuestro primer proyecto común de envergadura, tener un perro juntos. Lo que pasa que es un perro que solamente, como se suele decir, le falta hablar. Es un perro que te entiende a nivel emocional, por ejemplo: un día llegamos enfadados a casa y él sabe que estamos enfadados. En definitiva, es un perro muy muy especial.

Lourdes, Pedro, Alma, Lola y Moss son tu familia ¿Comparten contigo el amor que siente por el montañismo?

Con Lourdes y Moss he hecho muchísima montaña, me han acompañado en travesías de larga duración, travesías muy duras, de llevar mucho peso, de mucha incertidumbre, de pasar sed, y de pasar hambre, yo eso lo valoro mucho, porque tú puedes estar con una persona en un restaurante muy bueno y pasarlo muy bien, pero tú realmente cuando sabes de qué madera están hechas las personas es cuando te estás enfrentando a una dificultad grande. La montaña te pone en muchas dificultades, la montaña cuando estás en ciertas tesituras, como por ejemplo, cuando estás muy cansado, cuando estás perdido, cuando tienes hambre, cuando no sabes dónde vas a dormir o si vas a encontrar agua por la noche, todo este tipo de situaciones generan un ambiente tenso en el que realmente descubres de qué madera está hecha la persona. Con Lourdes he vivido muchas situaciones de esas. Desde el primer momento me di cuenta de que era una mujer de una fortaleza tremenda. Ella siempre se ha mantenido fuerte y ha tirado para adelante y, claro, eso a mí me ha dado mucha seguridad y mucha confianza en ser su pareja, porque es una persona fuera de lo común.

Por último, ¿imaginas tu vida sin la naturaleza, sin tu bici y sin Moss?

No. La vida es una cosa que puede dar muchas vueltas, puedes tener imprevistos, puedes tener situaciones malas, pero, desde luego, no me planteo vivir sin nada de lo que has comentado, pero es verdad que hay que estar preparados para todo. La vida te puede jugar muy malas pasadas y tampoco te puedes aferrar a todo al cien por cien. Quizás en un futuro no pueda hacer determinadas cosas, pues me tocará adaptarme a esa  nueva  situación. La vida es adaptarse y saber, digamos, encarar las nuevas realidades de la mejor manera posible.