El sábado volvió a ganar Martínez Ares, como era de esperar después de esos dos extraordinarios pasodobles. Uno a Andalucía y otro a Juan Carlos Aragón. Quizás no tengas ni idea de lo que te estoy hablando, te entiendo, pero yo solo he utilizado a Martínez Ares, concretamente a su comparsa de 2003, ‘’La Calle de la Mar’’, para ponerle título a este artículo sobre febrero. Él le reza cada mañana a su Virgen del Rosario, yo a mi Santo Cristo del Consuelo, pero ambos tenemos algo en común, que siempre volvemos por febrero, porque febrero, en nuestra madre, es el punto de partida del renacer. Es el origen, el Alfa y el Omega, el principio del todo. Nacemos por febrero entre una paleta inmensa de rosas y morimos en el otoño, cuando ya nada nos queda, por no quedarnos no nos quedan ni fuerzas para luchar por los sueños.
Aun sucia, abandonada a tu suerte y paralizada, te quiero por cómo eres. Te quiero por cómo me acunas, como me miras cada mañana y como me abres tus brazos cuando no consigo entender el porqué de las cosas. Llega febrero, el mes en el que te pones casi tan guapa como en Semana Santa. Llega febrero y con él te desperezas, nos abres tus entrañas y nos invitas a que te queramos, te amemos, te soñemos, te luchemos y, si hace falta, clavemos los dientes por salir en tu defensa. Te queremos resplandeciente, porque en febrero comenzamos a hablar de ti a todos los que nos preguntan por FLORACIÓN, pero lo que no saben es que tú, cuando realmente estás brillante, es por marzo, cuando la tierra tiembla al ver al Hijo de Dios muerto en la Calle Cartas, crucificado en la Ermita y resucitado en la Esquina del Convento.
¡Despierta, tierra mía! Es tu momento, olvídate de los que soñándote de azul y verde apenas te están cuidando. Olvídate de todos los que te prometieron el oro y el moro y, a día de hoy, solo recogen los pétalos de una rosa que cayó por mayo. ¡Despierta, que ha llegado el momento en el que te corones como la más bonita! Ha llegado el momento de que te pongas guapa y nos enseñes que, como en ti, en pocos lados se vive en la calle, en pocos lados uno se queda enamorado de un atardecer y en pocos lados se lucha tanto como aquí para que te conozcan más allá del Mesón del Moro por mora y cristiana, cofrade y festera. Ay de ti, tierra mía, sé de tus ganas por luchar, sé de los desvelos del agricultor, pero el de verdad, no el que se pega comilonas en Madrid con López Miras; sé de lo guapa que te quieren poner tus cofrades; sé lo que han añorado tus amaneceres de pasión y lo que han deseado volver a Cieza por su Semana Santa. ¡Besarte quisieran cada día de su vida, pero en la lejanía siempre se duermen recordando la silueta de la Atalaya!
Siempre por febrero venimos a contarte lo increíble que eres, lo guapa que te pones, como creces, hectárea a hectárea, y como nos ganas cada día. Somos tuyos, es innegable, y somos tuyos porque te queremos, te cuidamos, te protegemos y te acunamos desde que renaces por febrero, siempre febrero, y vuelves a dormir, como un anciano en su última noche, allá por el mes de noviembre, cuando el otoño te devora, como Saturno devora a sus hijos, y ya solo nos queda esperar que el invierno abandone nuestras tierras, los patos vuelvan al río Segura y las túnicas a poblar las calles.
¡Febrero, ven, siéntate a mi lado y tráeme a mi madre, que yo la quiero como el azul al mar y la primavera a nuestra tierra! ¡Febrero, tráemela otra vez de nuevo, que quiero ver como Dios entrelaza sus manos, se viste de morado y comienza a guiarnos por el camino que nos volverá a conducir a la mañana más radiante del año, Domingo de Ramos, y la noche más anhelada y soñada por los cofrades, el Viernes de Dolores.
Febrero ya ha llegado con brisas casi veraniegas que nos anuncian que pronto todo cobrará sentido, que la huerta nos abrirá sus brazos, nos recibirá encantada y nos entregará su mejor fruto. Somos para ti y tú eres para nosotros. Somos herederos de una tierra privilegiada, envidiada, odiada y querida a partes iguales. Somos herederos de un sueño que forjaron a fuego lento, orfebres de los sueños y amantes de la Pasión en Cieza como lo fueron Perico Gige, Motos, Peperre, El Peón padre, Rodrigo Salmerón, Ana María Ruiz Lucas, Lajara padre, Rafael Salmerón, El Moheni, Manolo ‘’El Cabo’’ o D. Juan José Marco Banegas. Somos herederos de sus ilusiones, sus horas perdidas, los besos que no dieron y los tiempos muertos que nunca conocieron en post de los amaneceres y los anocheceres más bonitos que el mundo jamás ha conocido, los que saben a torta de pan dormido y tienen por banda sonora la música de Gómez Villa.
Prepárate, ciezano, porque en un abrir y cerrar de ojos todo te arrollará. El ciclo comienza ahora, no en enero, no, comienza ahora, cuando ya los redobles de tambor comienzan a cobrar fuerza, cuando el casco antiguo revive gracias a las cofradías y hermandades y cuando el sueño de Fernando Galindo se hace realidad en la huerta ciezana.
Es febrero, disfrútalo, porque ahora viene lo mejor. ¿Estás preparad@?
Nos vemos dentro de quince días, mientras sigo observando la vida.