El tiempo - Tutiempo.net
El tiempo - Tutiempo.net

Un libro que salvar

Cuando me comprometí a no utilizar esta columna para hablar de literatura, asumí la derrota con anticipo: de hecho, en algunas de las publicaciones anteriores ya ha habido espacio para poemas y otras trasgresiones a la ‘norma’, que hoy me voy a permitir dinamitar del todo.

Sí: soy literatura. Lo soy porque los libros me han construido y me construyen. Y porque mi relación con ellos es inevitable, constante y necesaria.

De mi casa, salvaría mis libros.

Especialmente, algunos libros.

Si un fuego se encendiera y fuera a perderlo todo –y si cometiera la estupidez de pensar que un objeto es importante–, entraría a casa y, habitación por habitación, iría recogiendo algunos volúmenes que querría conservar siempre.

Esa lista de libros imprescindibles –por su historia, por su valor artístico, por su simbología, por que sí– no para de crecer. Hoy, otro título se suma a ella: Lo que se hunde.

María Marín es un animal precioso: su sensibilidad está tan a flor de piel que de ella solo pueden salir poemas llenos de verdad y belleza. Los ciezanos no sabemos el tesoro que tenemos en sus manos. Es, me atrevo a decirlo, la poeta más importante que vamos a tener en estas décadas.

Por eso hay que celebrar su segundo libro, Lo que se hunde, un pecio romántico que se ha desprendido de su arquitectura de flotación, escamas de tiempo hiperestésico en el que hay dolor, paso del tiempo, miedo… pero también asombro, asunción, mirada firme, futuro.

Un libro de poesía, hoy, no vale nada. No cambia nada. No logra nada. Y, sin embargo, cuando la escritura es tan nítidamente humana como la de María Marín, hay un algo que justifica la necesidad de la lectura: la obra de esta joven está – el dios en el que algunos creen me perdone– a la altura del milagro.

Que un sello como Liliputienses haya apostado por este pequeñísimo trabajo certifica mis palabras, que no valen nada: José María Cumbreño está al frente de una de las editoriales de poesía más importantes de este país y sabe perfectamente por qué títulos merece la pena arriesgar.

Y por eso lo ha hecho por este Lo que se hunde, un libro para leer de cabo a rabo encima de un escenario vacío. La luz, cenital, convirtiendo a la autora en un ente que flota sobre la nada. Escuchar su voz de quiebro y entender el fulgor:

NO ME GUSTA mover de sitio
los espejos.
Lo que se refleja dentro
tiene también que moverse,
y debe de ser todo un lío.
Además dejan gran vacío donde estaban,
todo parece más pequeño.


Pero es peor taparlos,
mucho peor.
Mucho peor.
A mi abuela hubo que cubrirle todos
los espejos con sábanas.
No podía parar de llorar cuando veía
que la mujer que se reflejaba
no la seguía al llamarla.

El reflejo siempre se alejaba,
llevándosela a ella,
y a todos.

De mi casa, salvaría algunos libros.

Especialmente, algunos libros.

Este libro.