Así lo cantaban Los Enemigos allá por el verano del 91 en el primer corte que ponía nombre al maravilloso disco “La cuenta atrás” (Gasa, 1991). Difícilmente se podría encontrar mejor metáfora para ilustrar el panorama que nos viene quedando desde entonces. Gran disco el cuarto de la banda madrileña. Con el mérito añadido de haber seguido al inconmensurable “La vida mata” (Gasa, 1990), con un escaso año de diferencia entre ambos lanzamientos. Muestra incontestable del nivel compositivo de Josele Santiago y los suyos a principios de la última década del siglo pasado.
Al título de estas líneas que como siempre, tan torpemente les traigo, le seguían para completar el estribillo de la copla en cuestión, las lapidarias palabras: “… ¿Por qué has tenido que crecer?, ¡maldita la hora!…”. Llevo escuchando desde crio esta canción y les prometo que es en estos días de triste verano ciezano, cuando más presente tengo la magistral, genuina y castiza obra lírica que les presento. No me negarán que se palpa la tristeza y el desanimo en el ambiente. Así que no queda otra que tirar del catálogo propio de cada uno y de sus correspondientes entornos para ilusionarse y encontrar motivaciones. De arriba ni vienen, ni se les espera.
Permítanme un inciso. Un desahogo más bien. El mundo está feo, horriblemente feo. Así lo siento y así se encargan de recordármelo puntualmente cada día en los informativos. Pero como ya les he comentado en otras ocasiones, ni me siento capaz, atendiendo a mis enormes limitaciones, ni me encuentro preparado para osar siquiera a intentar venderles mi teoría del teorema sobre absolutamente ningún asunto. Ni doméstico, de nuestro pueblo, ni mucho menos global. Ya hay muchísimos ¿analistas? en cada esquina que de manera ilustrada proclaman sus soluciones a cualquier problemática. Cuanto más grande y general el problema, más sencilla, trivial y demagógica es la solución. Y un servidor escucha las proclamas de estas personas adelantadas a su tiempo y no le queda otra que acomplejarse más, si cabe y limitarse a seguir aprendiendo de tales derroches de sabiduría, intelectualidad y análisis político y social.
Verán, tengo miedo y no me avergüenza decirlo, porque creo que es legítimo sentir miedo cuando al mirar alrededor, solo se percibe odio, rencor, improvisación (de la mala), polarización, adoctrinamiento, mentiras, chantajes, egoísmo y la piscina del “Poli” cerrada. Esto en primera instancia. Si vamos abriendo el perímetro a otros más amplios niveles geográficos, pues apaga y vámonos, pero bien lejos.
Y ahora a lo que les quería contar, la canción. Soy padre de una niña de 11 años y un niño de 8. También soy plenamente consciente de que todas las generaciones de progenitores se han enfrentado a la misma o parecida incertidumbre que supone ver como el “mundo real” da la bienvenida a las personas que, hasta ese momento, han estado bajo su completa protección. Les aseguro que, como todos los papás y mamás en sus cabales, he intentado junto a mi compañera, “preparar” a mi hija y a mi hijo, siempre con torpeza, contradicciones y demás cosas que nos hacen maravillosamente humanos, además de padres y madres, para que cuando comenzara a llegar el momento que ya ha llegado, fueran personas buenas, responsables, libres, solidarias, constructivas, críticas y tolerantes. No sé si en ese orden, pero por ahí irían los tiros más o menos.
Que difícil, que sumamente complicado es asumir que por mucho que nos hayamos esforzado mi socia y yo en inculcar valores a nuestros hijos, en intentar hacerlos, como se dice “gente de bien”, llegando el momento de enfrentarse a la vida, la mayoría del porcentaje final que tiene que ver con la personalidad y la forma de afrontarla por parte de cada persona, es elegida por la propia persona. No hay más.
Y ya en este punto, sinceramente creo que a padres y madres, solo nos queda aferrarnos a otra de las herramientas que nos ofrece la vida para afrontar el momento, la confianza. Confiar es un acto precioso, a veces arriesgado, pero plenamente satisfactorio cuando los resultados son favorables e incluso si no lo son tanto, por nuestra parte no habrá quedado lugar a duda.
Así que, compañeros y compañeras de viaje, papás y mamás en la situación arriba descrita, abrochémonos los cinturones y preparémonos para vivir esta nueva y apasionante etapa vital. Hagámoslo lo mejor que podamos y que sepamos, exactamente igual que hemos venido haciendo desde el principio y contémonoslo unos a otros para que de esta manera sintamos que no somos los únicos que se han montado en esta alocada y tumultuosa montaña rusa.
Para terminar, permítanme que como siempre me tome la licencia de sugerirles con todo el respeto y la humildad del mundo que escuchen la canción que les propongo. Escuchen el disco entero en orden, que es como tiene que ser. Sumérjanse en una época apasionante que no volverá y llenen sus oídos de nostalgia noventera.
Nos vemos en el club Atalaya los próximos 6, 7 y 8 de agosto en ese oasis en medio del desierto que una vez más se han currado las inquietas mentes que durante décadas vienen luchando por la cultura de este pueblo. I Festival “AtalaJazz Mágico”. Muy, pero que muy recomendable.
Feliz verano. Un fuerte abrazo amigos y amigas.