El Ministerio de Industria y Turismo ha entregado este viernes, Día Mundial del Turismo, los diplomas a 13 nuevas Fiestas de Interés Turístico Nacional e Internacional. Entre ellos, estaba el de las procesiones ciezanas.
La entrega ha tenido lugar en el Teatro Real esta mañana. La expedición ciezana ha estado formada por el alcalde, Tomás Rubio; el presidente de la Junta de Hermandades Pasionarias, Joaquín Gómez; el diputado nacional Joaquín Martínez, y el concejal Antonio Moya.
El ministro Jordi Hereu destaca el potencial de atracción para el turismo nacional e internacional de estas distinciones, que contribuyen a avanzar en los objetivos del ministerio en favor de la desconcentración y desestacionalización de los flujos turísticos.
Joaquín Gómez Rubio, presidente de la JHP, ha manifestado que “es un orgullo inmenso para la Semana Santa de Cieza comparecer ante el ministro de Turismo como Fiesta de Interés Turístico Internacional. Creo que es obligado agradecer el esfuerzo de incontables generaciones de ciezanos que fueron sacrificando muchas cosas de su tiempo y de su vida para que la Semana Santa fuera lo que es hoy. Una celebración apasionante, un encuentro multitudinario, una vivencia enriquecedora y, desde luego, una propuesta turística o del máximo interés que se abre al mundo con enorme ilusión. En este sentido de agradecimiento quiero acordarme de algunas personas. En primer lugar, el anterior alcalde de Cieza, Pascual Lucas, cuyo apoyo incondicional para con la Semana Santa fue importantísimo para conseguir esta meta; su concejal de Turismo, Antonio Alberto Moya, con quien he compartido todo el proceso de esta distinción y al que desde aquí doy las gracias por todo. Y por supuesto a nuestra maestra, Cecilia Domínguez, quien, desde la CARM, nos hizo un plan de trabajo y preparación del expediente que nos ha traído hasta aquí. Gracias a todos”.
Gómez Rubio ha añadido que “lo sabe cualquier visitante que se haya acercado a Cieza a conocer su incomparable Floración, o a disfrutar de sus innumerables rutas deportivas y paisajísticas, o a conocer un patrimonio histórico y arqueológico de máxima importancia, o simplemente a disfrutar de sus Fiestas del Escudo o de San Bartolomé. Los ciezanos somos excelentes anfitriones. Hay algo en nuestra genética como pueblo que nos impulsa ofrecer lo mejor que somos, y lo mejor que tenemos, al que viene de fuera. Siempre nos hemos sentido tan orgullosos de Cieza, y de todo lo que Cieza tiene, que nos ha parecido que teníamos la obligación de compartirla. Es nuestra naturaleza y nuestro carácter, y por eso en cada esquina de la localidad, en cada ribazo de los caminos de la Atalaya, en cada comercio, en cada local de restauración, el visitante se encuentra una mano tendida y una puerta abierta. Y el primer orgullo de Cieza es, sin duda, su Semana Santa. No es casualidad que, teniendo una antigüedad de cinco siglos, en el corto espacio de treinta años, haya pasado de no tener ningún emblema turístico a ser de Interés Internacional. Es la mejor prueba de que es una celebración viva, en permanente vocación de crecimiento y de mejora: también ese empeño forma parte de nuestro ADN. Las dieciocho cofradías que forman la Junta de Hermandades Pasionarias no se toman ni un día descanso al cabo del año, para conservar y acrecentar su extraordinario patrimonio artístico. Un patrimonio que puede conocerse en cualquier momento del año en nuestras iglesias, museos y casas de hermandad, y que ponemos en las calles, con todo su esplendor, durante los diez días de la Semana Santa. Diez días en los que esa antología de los mejores escultores, tallistas, bordadores y orfebres salen arropados por el mejor acompañamiento musical y por la elegancia, discreta pero insuperable, de los artesanos de la flor. Diez días en los que miles de ciezanos se sienten verdaderamente felices de vestirse la túnica, y de ofrecer a incontables vecinos y visitantes una forma intensa, singular e inolvidable de recrear la Pasión. Cieza sabe, puede y quiere acoger y atender a quienes nos visitan; tanto a los que lo hacen de forma puntual, en alguna de las citas de la Semana Santa, como a aquellos que quieran acompañarnos durante más tiempo, y disfrutar no solo de las procesiones sino de tantas otras posibilidades que se le ofrecen en el ámbito turístico y cultural. Y es que la Semana Santa de Cieza tiene la extraordinaria virtud de ofrecer, para cada día, una propuesta diferente y única, que da siempre un argumento nuevo para quedarse un día más, o para volver lo antes posible. La Semana Santa igual te abruma con el espectáculo épico e imponente del Prendimiento, en la noche del Martes Santo; que te sobrecoge con el silencio del Jueves Santo, con la apoteosis artística del cortejo del Santo Entierro, o con el misterio medieval de la Procesión de Ánimas. Se puede venir a la silla de una grada para ver pasar una procesión, o se puede uno zambullir en ese Viernes Santo interminable que desde la medianoche del Jueves hasta bien entrada la madrugada del Sábado ofrece treinta horas de ensueño, en un noria de vivencias y emociones cambiantes, un día en el que no hay más hogar que las calles, un día en el que todo el mundo se siente ciezano: los que están, los que vuelven, e incluso los que nos visitan por primera vez. Esto es lo que somos: un pueblo abierto, apasionado, y que sabe trabajar seriamente para ofrecer su mejor versión a cada uno de los que quieran venir a conocernos. No queremos enseñar nuestra Semana Santa: queremos compartirla. Que la vivan, que la sientan todos como la sentimos cada uno de los cofrades. A Cieza, por su Semana Santa”.