El pasado 6 de septiembre veía la luz “The Vampire of Alva – Part 1, Gunpowder” (Autoeditado, 2024), segundo trabajo de estudio de la banda de metal ciezana Velkhanos.
Reconozco que para mí es muy complicado reseñar o analizar este disco sin que se pueda percibir, por parte del que lea desde el otro lado, mi total respeto y admiración hacia estos cinco músicos que dignifican de una manera ejemplar el continuamente despreciado, devaluado y ninguneado mundo de la música.
Velkhanos está formado por Miriam Ortiz a las voces, Ángel Lucas al bajo, José Antonio Montiel a la batería, Pablo Ato a la guitarra y Fernando Salmerón a la guitarra y a los teclados.
El disco, del que ya tuvimos un primer adelanto hace aproximadamente un año con “Gunpowder” ha sido grabado en el estudio de Fernando Salmerón y se ha mezclado y masterizado en los vizcaínos “Chromaticity Studios” con Pedro J. Monge a los mandos, el cual también aporta un solo de guitarra marca de la casa en “The Death Of Wisdom”. Leire Tejada, Óscar Del Val, Christian Camacho y Carlota A. Rosique colaboran con su voz en “God Has Fallen”.
Ante la deriva general hacia la que nos dirigimos en la que encontramos inmediatez y brevedad simplificadas hasta lo ridículo, superficialidad extrema envuelta en un montón de cosas que no tienen absolutamente nada que ver con la creación, lucecitas de colores, bailes ridículos, postureo, masificación formada por masas con ganas de todo menos música y autorretratos de teléfono móvil repletos de caras forzadas en busca de pretender parecer felices, surge en el pueblo un quinteto dispuesto a luchar por lo que cualquier autor que se precie debería luchar por encima de cualquier otra cosa, la OBRA.
Y es que lo primero que viene la cabeza tras una primera escucha del disco, traducción de las letras, investigación sobre el proceso de creación, grabación, ilustración de la portada… es que se trata de un todo en el que las partes están perfectamente armonizadas entre sí para transmitir precisamente eso. Se trata de una obra y no de varias canciones sueltas que se han juntado en un mismo sitio.
Para la elaboración de esta reseña, he visto conveniente pedir colaboración al cerebro principal de Velkhanos, Fernando Salmerón, al cual agradezco su plena predisposición, para que, de alguna manera, me ayudara a entender ciertos aspectos que componen el disco y que le dan ese empaque histórico, repleto de matices y rincones que el oyente va descubriendo con la suma de las escuchas, los cuales no hacen más que aumentar el afán por querer adentrarse mas y mas en el.
Transcribo nuestra conversación:
¿A qué se debe que en el título del disco “The Vampire of Alva” aparezca “Part 1”?, ¿“Gunpowder” forma parte de algo?, ¿Habrán mas partes en el futuro?
Efectivamente habrá más partes en el futuro, al menos una más. Cuando empecé a preparar el material del álbum e ir maquetando las ideas, me di cuenta de que teníamos muchísimo tiempo de música y, a día de hoy y sin ser una banda conocida, todo lo que exceda de unos 40 minutos es desperdiciar trabajo. Por ello, escogimos una relación de canciones y secciones (no estaba todo finalizado) para dar forma a esta primera parte. De hecho, al aparecer dos temas de más de 8 minutos (sin premeditación alguna) decidimos eliminar un tema del álbum, la homónima “The Vampire Of Alva”, que aparecerá en el segundo volumen.
Al escuchar el disco se percibe cierto aire conceptual y que el mismo está, por decirlo de una manera simple, dividido en dos partes. Los tres primeros temas “The Road”, “Born of the Vampire” y “Gunpowder” van prácticamente encadenados y sin pausa entre ellos. Lo mismo ocurre entre las canciones 4, 5 y 6 “God has Fallen”, “Bloodsnow” y “The Death of Wisdom”. ¿Responde a algún motivo?
Originalmente quería que todas las canciones estuviesen encadenadas, una especie de ópera rock, me gusta mucho cuando alguien hace eso con los álbumes conceptuales. Pero en cierto momento nos planteamos que quizá podríamos sacar una pequeña tirada de vinilos por lo que había que separar las canciones en “las dos caras del vinilo”. Luego se me ocurrió hacer unas ligeras modificaciones en las letras para que tuvieran temáticas similares pero cada bloque con su propio sentido.
El primer bloque versa sobre la figura del personaje del III Duque de Alba, con la licencia creativa de asemejarlo a lo que fue Vlad Tepes unos años antes, ya que al igual que éste Alba era un militar implacable que no dudaba en derramar sangre para infundir el terror en sus enemigos, y de ahí la fantasía de convertirle también en vampiro. Además, sus férreas convicciones podrían presentarse ante otras personas como una cierta falta de remordimiento, conciencia o sentimientos, pero en realidad se trataba de ejecutar la justicia del rey, por mucho que pudiera parecerle injusto. Siempre me ha parecido una figura fascinante y un gran estratega. En las tres primeras canciones contamos esa historia ficticia de vampiros y magia contextualizada en el inicio de la “Guerra de los 80 Años”.
Para el segundo bloque nos separamos de la figura del Duque y nos centramos en las consecuencias de la guerra, con la principal excusa de puntos discrepantes dentro de un mismo credo (God Has Fallen); la confrontación con la muerte y la despedida de tu ser más querido (Bloodsnow) en lo que de hecho, podría ser la única canción de amor que tenemos; y por último, una pequeña reflexión sobre si todo aquello que vemos y oímos es real o no. Se trata de una crítica al control del pensamiento que, por desgracia, se ha producido desde los inicios de la humanidad (The Death Of Wisdom). Es un pequeño guiño a Platón.
La mezcla y masterización la habéis realizado en “Chromaticity Studios” con el maestro Pedro J. Monge, guitarrista de “Vhaldemar”, a los mandos. Llama la atención que una banda de Cieza mezcle y masteríce su trabajo en Vizcaya, a casi 800 kilómetros. ¿Existía algún tipo de relación previa con Pedro J. Monge?
Pues en realidad no. Conocía a Pedro porque participamos hace años en el disco “The Last Warning” de Soulitude (proyecto de estudio de Jevo -El Reno Renardo-) y a raíz de eso comencé a seguir a su banda Vhäldemar y sus trabajos como productor. Cuando llegó el momento de mezclar nuestro primer álbum “The Wrath” pusimos varios productores sobre la mesa y el elegido resultó ser Pedro. Quedamos tan encantados con el resultado y su forma de trabajar que por el momento no nos planteamos cambiar. Hace que la comunicación sea muy sencilla y fluida, entiende perfectamente lo que le pedimos y si necesita que arreglemos algo también nos lo pone muy fácil. Grabamos desde la comodidad de nuestras casas y enviamos todo a Pedro. Creo que el resultado obtenido en éste álbum atesora su buen hacer tras los mandos.
Por último, llama la atención la cuidada y casi me atrevería a calificar como, minuciosa, elaboración de la portada. Se perciben un montón de detalles en total concordancia con lo que contiene el disco. ¿Cómo fue el proceso para llegar a dicha portada?
Cuando tuvimos claro el concepto del álbum, comencé a recopilar imágenes, mapas, escudos… Habíamos trabajado bien las gráficas del anterior álbum pero queríamos subir la apuesta y que cada detalle tuviese sentido. Queríamos crear un modesto universo que pudiésemos replicar en los vídeos y a la vez proyectar una imagen sólida en los conciertos, tener una escenografía coherente con los vídeos y con las canciones. Tomaba apuntes de los libros y documentos que leía; y además, tuve la suerte, durante el proceso de composición y preparación del material, de poder visitar varios lugares que tenían relación con la época en la que se desarrolla el álbum y sus personajes.
Todo este material, junto con la idea global a la que ya había dado forma, se lo envié a Luis Albaladejo, autor de la portada y del logotipo de Gunpowder, así como de otro material gráfico que verá la luz en el futuro.
En la portada se puede observar al III Duque de Alba como elemento central seguido de sus soldados del Tercio Viejo. En el primer plano encontramos unos soldados abatidos. La acción se desarrolla en un ambiente gris y nebuloso, el final del Camino Español. “Llegar arrasando” podríamos decir que es el concepto. Como pequeños detalles que terminan de contextualizar la obra encontramos las picas y arcabuces, armas que cimentaron el poder militar de los Tercios. En la mano derecha del Duque penden las cabezas de Egmont y Horn, los dos primeros nobles ejecutados tras su llegada a Flandes y sofocar la revueltas. En la mano izquierda lleva la espada con la que ejecuta las sentencias divinas o del rey.
Por último, queríamos incluir la representación de la muerte y tras, debido al azar, ver la escultura en persona, decidimos que esa imagen tendría que ser representada con la figura de “La Muerte” de Gil de Ronza, esculpida 1522 y que ahora se encuentra en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Era el colofón ideal, pues había sido realizada en la misma época de la que hablaba el disco.
En cuanto a lo estrictamente musical, “Gunpowder” supone un enriquecimiento absoluto sobre lo que Velkhanos ya había ofrecido, de una manera impecable, en su primer disco “The Wrath” (Art Gates Records, 2000). Definir el estilo, se hace muy complicado. Partes de de Black Metal se mezclan con partes de Death Metal, las cuales imprimen una contundencia abrumadora que contrasta con el dinamismo y las atmosferas más dulces generadas por matices del Progresivo, del Folk, del Power e incluso del Heavy Metal mas Melódico que rezuman los magistrales solos de guitarra que encontramos en cada uno de los cortes del disco.
La voz de Miriam y sus infinitos registros te sumergen en un viaje lleno de subidas y bajadas, a veces suaves, en ocasiones abruptas y en otras entremezclada con arreglos orquestales y partes corales clásicas muy presentes pero sin llegar a ser nunca cargantes. En definitiva, una montaña rusa que en ningún momento da la sensación de salirse de la vía marcada de principio a fin por el contexto en el que se encuentra el disco y su sonoridad.
La base rítmica curtida en mil batallas (también forman tándem en “La Esencia de Chuky”) compuesta por el bajo de Ángel y la atronadora batería de José Antonio es un ejemplo de buen hacer, con preciosistas matices puntuales, pero sobretodo con una precisión y solvencia a la altura de bandas del genero con prestigio internacional.
Y qué decir de la dupla de guitarristas que forman Fernando y Pablo. Plena compenetración, dando la sensación de que cada nota y su manera de ejecutarla tienen un porqué. Nada sobra, nada falta. Como menciono más arriba, es la forma en la que están trabajadas las guitarras el principal motivo por el que este disco queda tan accesible a un amplio espectro de amantes del rock en sus vertientes más potentes y ahí, bajo mi punto de vista, se encuentra el salto con respecto a su primer disco.
En definitiva, debería tratarse de un orgullo para cualquier ciezano o ciezana que presuma de ser amante de la música poder contar en su pueblo con una banda del nivel de Velkhanos. La realidad me hace imaginar que dado el actual contexto en el que se encuentra la música en directo en Cieza, que sin ir más lejos pudimos comprobar en la última Feria en honor a San Bartolomé, llegarán antes las actuaciones a nivel nacional e incluso internacional que a nivel local. Ojalá me equivoque… Por cierto, todos mis respetos al propietario del local que sirvió como lugar de presentación de “The Vampire of Alva – Part 1, Gunpowder”.
¡Mucho ánimo Velkhanos!
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