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Carta de ajuste. Leonardo DiCaprio cumple 50

El pasado 11 de noviembre el gran actor Leonardo DiCaprio cumplió medio siglo de vida en este mundo y lo celebró -como no podía ser de otro modo- por todo lo alto: con una fiesta en su mansión de Los Ángeles a la que no faltaron celebrities de la talla de Brad Pitt, Orlando Bloom, Steven Spielberg, Robert de Niro o su inseparable Tobey Maguire (Spiderman), entre otros. Y yo, que no sé que le he hecho al cosmos para no recibir tal invitación, me quedé en casa viendo por Internet las noticias sobre dicho acontecimiento y pensando que, aunque el universo no nos haya cruzado físicamente, le debía unas líneas al que es mi amor platónico o, como dice ahora la generación milenial, mi «Crush».

Leonardo DiCaprio le gusta a todo el mundo, como a muchas ya nos gustaba en los noventa cuando las revistas de moda para adolescentes lo bautizaron “El rey Leo”. Las mismas que regalaban pegatinas fluorescentes con la cara de ese niño guapo de Hollywood y pósters casi de tamaño real para pegar en las paredes y atormentar así a nuestras madres. Yo, que fui de ese fenómeno fan, tuve -y todavía tengo- camisetas con la cara del actor, una cinta VHS sobre su vida, un Funko Pop de su personaje de Jack Dawson y, además, veo ‘Titanic’ más veces al año de las que debería. Y es que puede que en la película sobre el trasatlántico DiCaprio no haga alarde de su mejor interpretación -o eso dicen los entendidos- pero para mí fue la primera que admiré y eso la hace especial. Un año antes, en 1996, ya le había dado vida a uno de los personajes más icónicos de Shakespeare, un jovencísimo Romeo al que interpretó en una original versión de Baz Luhrmann. En 1993 recibió su primera nominación a los Oscar y a los Globos de Oro por su papel en ‘¿A quién ama Gilbert Grape?’. A partir de ahí rozó la ansiada estatuilla en numerosas ocasiones sin lograr conseguirla, un hecho que lo convirtió en el rey de los memes por tal resistencia. Su interpretación en ‘El aviador’, ‘Diamante de sangre’ o ‘El lobo de Wall Street’, aunque sí le permitieron estar nominado, no terminaron de convencer a una crítica que esperaría hasta 2016 para otorgarle su primer Premio Oscar a Mejor Actor por el papel de Hugh Glass en ‘El renacido’. Y es que Leonardo DiCaprio no lo ha tenido nada fácil para conseguir un Oscar: tuvo que comérselo un oso, bajo las órdenes del mejicano Alejandro González Iñárritu, para poder conseguirlo. Parece ser que a la academia sus nominaciones anteriores no le terminaban de convencer por ser personajes alejados de la buena praxis. También dicen que su alocada adolescencia en los ‘Pussy Posse’ pudo pasarle factura.

Pussy Posse’ -algo así como ‘el grupo de la vagina’- fue el nombre que le puso la prensa a la banda que en los noventa DiCaprio tenía junto a otros compañeros de marras: Harmony Korine, Lukas Haas, David Blaine, Jay Ferguson, Kevin Connolly y Tobey Maguire. Jóvenes, ricos y guapos, dedicaban su fama a ir de fiesta en fiesta a la caza de modelos con las que divertirse. Dicen, incluso, que los amigos llegaron a rodar una película en blanco y negro en la que aparecen realizando prácticas poco lícitas y que, años después, Leo tuvo que utilizar todas las maniobras legales a su alcance para hacerla desaparecer. Su título era ‘Don’s Plum’ (Nunca digas lo que piensas). Pero el joven DiCaprio fue madurando y haciendo que el público centrara su atención en su trabajo, en los rigurosos papeles que elige de los mejores directores (James Cameron, Martin Scorsese, Christopher Nolan, Quentin Tarantino…) y de su activismo medioambiental que le llevó en 2014 a ser nombrado ‘Mensajero de la paz’ por Naciones Unidas. Cierto y verdad es que hay una pequeña parte de la prensa encargada de empañar esa noble imagen del -ahora sí- oscarizado actor, sacando a relucir su antiguo apartamento ecosostenible de Nueva York con un cuestionable suelo radiante, los veranos a bordo de yates privados con los que “contamina” a la vez que surca los mares, o la corta edad de sus novias que empieza a ser más preocupante que cómica.

Sea como fuere, la imagen que nos llega de él es la de una leyenda, uno de los mejores actores de nuestro tiempo que ha sabido elegir un camino de éxito alejado de la prensa, la televisión y el sensacionalismo. “El rey Leo” no habla de su vida privada y sólo concede entrevistas para hacer referencia a proyectos, interpretaciones o la lucha que desde hace años lleva contra el cambio climático. Y con este currículum, cómo no lamentar que el mundo no sea lo suficientemente pequeño como para hacerme coincidir con él, o tal vez sí que podamos ponerle remedio, pues parece que Leonardo DiCaprio lleva entre manos un negocio para producir diamantes bajo el sol de Extremadura, una tierra que, ya saben ustedes, me pilla más cerca que Los Ángeles.

Mientras que eso sucede… disfrutemos de su cine, ya que tenemos esa suerte.