Si por algo es conocido el mes de mayo es por la celebración en Madrid de San Isidro. La capital de España se viste de largo para recibir sus fiestas patronales al compás de música, verbena y chulapos. Lo que no se nos recuerda tanto es que fue precisamente durante esta festividad cuando los españoles tuvimos la oportunidad de contemplar, por primera vez ante nuestros ojos, el cine. Dicha proyección tuvo lugar en Madrid el 14 de mayo de 1896, tan solo cinco meses después de que los hermanos Lumière presentaran al mundo su invento en el Salón Indio del Gran Café de París. Allí los franceses disfrutaron de algo inédito hasta el momento, ver imágenes en movimiento a través de una pantalla. Ocurrió el 28 de diciembre de 1895 y tan solo hizo falta una película de 46 segundos, mostrando a unos obreros salir de una fábrica de Lyon, para darle la bienvenida al séptimo arte.
Por aquel entonces, y a las puertas del siglo XX, Madrid se preparaba también para la modernidad. La ciudad conseguía traer el alumbrado eléctrico e iluminar por primera vez la ‘Puerta del Sol’ el 23 de enero de 1878, día de la boda Alfonso XII con María de las Mercedes. En 1879 la luz llegó a todas las farolas de la ciudad y en 1892 la capital ya no tenía nada que envidiar a otras europeas en cuanto a alumbrado público se refiere. Y así, solo quedaba poner la guinda al pastel con la llegada del cine.
Tras el éxito de su primera proyección en 1895, los hermanos Lumière estaban inmersos en la creación de un teatro que abriría sus puertas en la capital francesa en 1897, por lo que el encargado de recorrer los rincones del mundo presentando el nuevo y revolucionario “proyector” fue uno de sus hombres de confianza. Así, el 14 de mayo de 1896 el operador de cámara Alexandre Promio llegó al Gran Hotel de Rusia (ubicado en la madrileña Carrera de San Jerónimo, 34) para presentar el cinematógrafo. El salón comedor del hotel se convirtió en un improvisado patio de butacas donde la alta sociedad pudo observar, por primera vez en una pantalla en blanco, “cuadros en movimiento”. Así lo llamaban. La ovación del público fue tal que un día después -el 15 de mayo- el ya considerado “primer cine de España” abrió sus puertas para el público en general con sesiones cuya entrada costaba dos pesetas, un precio bastante alto para la época.
Y con tal auge y aceptación llegó el momento de rodar en España. Y aunque la crítica no se pone del todo de acuerdo, la historia otorgó el título de “primera película del cine español” a la realizada por el aragonés Eduardo Jimeno Correas el 11 de octubre de 1897. Al menos es la primera que se conserva y se titula ‘Salida de misa de doce del Pilar de Zaragoza’. La filmación fue todo un éxito debido al interés de los ciudadanos de poder verse en pantalla, una de las claves que hizo triunfar al cine popular. Se sabe de otras pioneras como ‘Riña en un café’, del catalán Fructuoso Gelabert; y ‘El entierro del general Sánchez Bregua’, del gallego José Sellier Loup que fue, además, uno de los pioneros en adquirir una de las cámaras de los hermanos Lumière. Pero, aunque parece que las tres fueron rodadas en 1897, ninguna de las dos últimas se conserva. Lo que sí ha perdurado hasta nuestros días son dos placas conmemorativas ubicadas en la fachada del antiguo Gran Hotel de Rusia -hoy convertido en un centro de salud- que recuerdan que ahí, un día de San Isidro de 1896, se recibió por primera el cinematógrafo en Madrid que dio lugar al cine.