Octubre es ese mes que de nuevo nos trae a los ciezanos una de las tradiciones más ancestrales que se recuerda: el rezo del Santo Rosario.

Cuando el día todavía no ha mostrado sus primeros rayos de luz se alza en la oscuridad la voz del hombre que anuncia las intenciones del Santo Rosario para una jornada más de domingo.

Casi desde su fundación la Real Cofradía de Nuestra Señora de Gracia y Esperanza se erige en mensajera del Santo Rosario en las calles de Cieza. Cuando llega octubre a las siete de la mañana cada domingo del mes la imagen de Nuestra Señora de Gracia y Esperanza recorre las calles de Cieza, de parroquia en parroquia para transmitirle al pueblo que aun duerme la importancia del Santo Rosario para el cristiano.

Los Rosarios de la Aurora suponen un encuentro del fiel con la esencia de la religiosidad. Alejada de redes sociales, de focos, de bullicios y de cámaras cada domingo María de Gracia y Esperanza sale al encuentro de los ciezanos, que de todas las edades acuden a comenzar de una manera más íntima y personal la jornada dominical. A lo largo de los cinco misterios del Santo Rosario el ciezano que acude se encuentra un panorama totalmente inusual. El piar de los pájaros te hace percatarte que el día comienza a despertar, es habitual encontrarte con el cazador que va a por el desayuno para pasar otra jornada de domingo inolvidable en el campo. También es habitual ver como poco a poco las primeras luces del día van cambiando el color de los edificios, pasan de la oscuridad absoluta a ese dorado tan sutil que casi se confunde con el dorado de la corona de la sagrada imagen.

El Santo Rosario no solo es un punto de encuentro religioso, sino que es un punto de encuentro para aquellas personas, que pese al paso de los años, siguen saludándose con la misma efusividad que el primer día, sigue siendo la oportunidad del impedido de encontrarse con María frente a frente y mantener una cordial e íntima conversación. El Santo Rosario también es un cúmulo de recuerdos, un cúmulo de recuerdos de los que ya no están entre nosotros y en sus días fueron alma mater de este piadoso acto, o simplemente es un recuerdo de los que antes levantaban la ventana de su casa presurosos para ver a la imagen de María, y hoy, cuando pasa el Rosario, ya no hay ruido ni el rostro anciano tras el cristal.

El Rosario no acaba realmente tras la Santa Misa, pues cogida de la mano va la tradición de ir a la churrería más cercana a por churros para, mientras se degustan, dar lugar a una amplia tertulia con los compañeros que te han acompañado otra mañana más del mes de octubre.

Otra mañana en la que Cieza secunda el ancestral rezo del Santo Rosario a los pies de la imagen de Nuestra Señora de Gracia y Esperanza, gracias a la labor incansable de los Hijos de María.

Poco a poco la voz del sacristán que reza el Santo Rosario se pierde en las angostas calles, las hojas comienzan a caer de los árboles. El otoño se hace presente…

Os espero en quince días, mientras sigo observando la vida