A los treinta años abandonó su trabajo como empleado de Renfe para encauzar su verdadera vocación: la de pintor artístico. Marchó a Madrid y allí aprendió el oficio junto a reputados maestros, como Izquierdo y Vives y especialmente Julio Moisés, con quién estuvo doce años. Su labor pictórica transcurrió en la capital española, y en la céntrica calle de la Bolsa tendría su estudio dejando ver sus obras cada temporada en la galería "Toisón", siendo el pintor murciano con mayor número de exposiciones efectuadas en la ciudad madrileña.
Carrillo fue pintor de honda formación académica, con un perfecto conocimiento del oficio. Nunca intentó crear nada que se apartase de su concepción clásica del arte. Su temática se caracterizó por la captación paisajista, preferentemente de su tierra; bodegones con enseres de caza y demás elementos domésticos. El género del retrato también lo cultivó, aunque de forma esporádica.
Un hombre discreto, entregado a su profesión, exento de vanidades, sincero y honesto en su arte que tendría en su tierra el escenario ideal para sus adobados y luminosos paisajes, siendo el mayor intérprete de símbolos eminentemente ciezanos como: la "Atalaya", el río Segura a su paso por Cieza, el "Almorchón", etc.... Pero sus obras apenas fueron estimadas, no solamente por gobiernos locales, también intelectuales, colegas y demás personal relacionado con el arte ciezano. Sólo algunos coleccionistas supieron ver en sus cuadros el interesante mundo plástico, la particular y poética atmósfera que envuelven sus obras....
Porque Jesús Carrillo, simplemente fue un buen pintor,..... y ser un buen pintor, ya es difícil y complicado....!!