La gran pregunta sería qué hacemos con lo que somos (aparte de pústulas, sólo pura insignificancia), y cómo, mientras estemos aquí, esquivamos a los imbéciles, que proliferan y se hacen presentes por doquier, incluso (y sobre todo) en las más altas esferas y magistraturas. Claro que yo tengo a mi amigo el extraterrestre, mi antiguo compañero de internado en León, Antonio Linares Ramos, del malagueño Rincón de la Victoria, cráneo “previlegiado” a lo Valle-Inclán y mente maravillosa a lo Russell Crowe, que me sigue amenizando este tórrido verano con sus rarezas vía guasaps. Tres milenios. Es la cantidad de tiempo que una civilización tecnológica extraterrestre tardaría en contestar si escuchara alguna transmisión desde la Tierra. Básicamente, esto significa que si una civilización de otro mundo está al tanto de nosotros y quiere hablar, no tendríamos noticias de ellos. O sea, más claro, agua: en la práctica, estamos solos en el Universo, obligados a rumiar y tragarnos después nuestro espantoso solipsismo.

Pues bien, comienza Antonio Linares uno de sus últimos mensajes transcribiendo una cita del libro “Cometas en el cielo”: "los niños no son cuadernos para colorear". No puedes escoger los colores por ellos (no puedes decidir sus destinos). Si debes cuidarlos. Debes luego, y a la vez, educarlos. Una educación mínima; luego otra superior negociada y que acepten. En un momento dado, lo siguiente depende de cada uno de tus hijos. Cómo padre ahí terminas. Cómo padre hasta ahí llegué. Finalmente, te quedas, me quedé, esperando preguntas que nunca llegaron. No es una decepción. Es la rueda de la realidad. Y añade en un segundo y último guasaps: Ayer escogí volver a ver "en busca del fuego". Debería ser obligatorio verla en algún momento de la educación adolescente. Verla y hacer una redacción. Ésta y alguna otra película. Y siempre antes de su primer móvil (es mi pensamiento estúpido número 14.258)“

Conocido es el refrán que dice aquello de que “no hay mal que por bien no venga”, y eso vale incluso para algo tan insidioso, malo y perverso per se como la pandemia que aún sufrimos, que el año pasado nos trajo, sin querer queriendo, algo tan excepcional y maravilloso como la suspensión de la feria de Agosto en honor a San Bartolomé (ya saben que soy enemigo de los toques a rebato para la diversión, de la obligación de divertirse por decreto, y del gregarismo colectivista, que así veo yo cada convocatoria anual de festejos), una feria y fiestas que, con sordina y en tono menor, se ha decidido recuperar este año, y que perfectamente podríamos haber aguantado un año más sin ella, a ver si se hacía costumbre la NO FERIA por Agosto, que tampoco se iba a acabar el mundo, ni nuestro pequeño microcosmos aldeano.

El alcalde, Pascual Lucas Díaz, presentaba esta semana la Feria de Cieza 2.021 con un discurso biensonante y bienintencionado para justificar las carencias e insuficiencias de la programación, relacionadas con la necesidad de ajustarse a las medidas establecidas por las autoridades sanitarias, que han pasado a ostentar y detentar un poder omnímodo y determinante en prácticamente todos los ámbitos de la vida social, en lo que bastantes han llegado a calificar como dictadura sanitaria. Dice el señor alcalde que ni quieren ni pueden engañar a nadie, que esta no va a ser una feria como las que acostumbrábamos a tener. Sigue diciendo que para él mismo y su equipo de gobierno, lo primero es la seguridad y la salud de todos los vecinos y vecinas de Cieza y que con la decisión de celebrar la Feria y Fiestas 2021 toman por tanto una decisión difícil pero importante en cuanto a la revitalización social y económica del municipio, porque saben que nuestros hosteleros y comerciantes necesitan ese impulso, y nuestros ciudadanos necesitan esa desconexión y esos momentos de música y alegría que nos permitan olvidar la pesadilla que estamos viviendo, pero debemos apelar una vez más y tal y como estamos haciendo todo este tiempo, a la responsabilidad individual primero, y colectiva después, para que las fiestas se celebren sin bajar la guardia y adoptando todas las medidas de precaución. El alcalde insiste en que, más allá de las actividades y conciertos que se hayan podido programar, el éxito de estas fiestas va a estar en la actitud de cada uno de los ciezanos y ciezanas que participen en ellas. El Ayuntamiento puede hacer el esfuerzo, y de hecho lo está haciendo, de programación, instalaciones, refuerzo importante de vigilancia y control, pero el éxito de la feria de este año, dependerá en última instancia, del comportamiento de cada una de las personas que participen en ella, que estoy seguro -termina diciendo el alcalde- que cumplirán las normas y harán que una vez más nos sintamos orgullosos del pueblo de Cieza”.

Pascual, aunque podamos no estar siempre de acuerdo, que lo sé, amigo mío del alma y de la vida, porque esto de los avatares y los vaivenes políticos es una verdadera jodienda, sabes también que te quiero y que siempre te querré. A ti y al resto de los Lucas Díaz, todos ellos y ellas gente de bien, buena gente. Suerte en el envite y que todo salga bien ¡VIVA CIEZA y VIVA SAN BARTOLOMÉ!...¡Ah, y el Santo Cristo del Consuelo y la Virgen del Buen Suceso!...Y viva yo, que me hace más falta aún…