El parque Tijola se ha convertido así en una suerte de pipi-can muy lejos del sentido original de la zona. Según el vecino denunciante, pasear por el parque se ha convertido en un ejercicio desagradable. Más aún, advierte, para niños pequeños que empiezan a dar sus primeros pasos y no pueden jugar con libertad.
Pero esta no es la única zona municipal en la que el ejercicio de recoger las necesidades caninas se relaja: otros puntos, como el Camino de Alicante, detrás del instituto Diego Tortosa, o las aceras circundantes a las ramblas se convierten en el lugar favorito de los dueños para dejar sin recoger los desechos de sus mascotas.