En su memoria, la cofradía decidió realizar su primer paso por la calle Cánovas del Castillo, calle en la que residía Ana María Ruiz, a tambor sordo y sin música, como signo de respeto y admiración hacia su persona y su recuerdo siempre vivo en nuestra memoria. Así mismo las flores que lució el paso de "La Coronación de Espinas", paso que ella misma presentara en la Basílica de Nuestra Señora de la Asunción exactamente cinco años antes de su fallecimiento, fueron depositadas al día siguiente en la puerta del panteón donde descansan sus los restos mortales.