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Viernes, 26 de Abril del 2024
Saturday, 12 March 2016

¿Qué futuro le espera a Cieza?

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Tino Mulas Tino Mulas

CLR/Tino Mulas.

Hace pocas semanas se producía en Cieza una de esas heladas tardías que golpean de forma catastrófica a la principal fuente de riqueza de la ciudad: la agricultura.

Las medidas tomadas por algunos agricultores para intentar salvar sus cosechas, en este caso la quema de alpacas y otros combustibles, han sido objeto de encendido debate entre todos los ciezanos, debate avivado por la importancia del sector hortofrutícola para la supervivencia económica de la localidad.

 

Pero independientemente de las razones esgrimidas, hay algo que ha quedado muy claro, pero a lo que muy pocos aluden: la fragilidad del tejido económico ciezano. Y eso, hablando claro, significa que el futuro de Cieza está, a medio plazo, en peligro.

 

Cieza es la localidad de la Región de Murcia con una menor cantidad de industria. Pero también con un menor porcentaje de la producción industrial en su producción total de bienes y servicios. Lo mismo ocurre con el sector terciario, con un comercio con un cierto atraso estructural y un sector hostelero y turístico que no termina de iniciar su despegue.

 

Una economía fuerte es una economía generalmente diversificada, de tal modo que si uno de los tres sectores sufre un percance, los otros dos aguantan el tipo y permiten capear el temporal de forma más cómoda. Lo contrario, el basarse excesivamente en uno de los tres sectores, primario (agricultura y pesca), secundario (industria y construcción) y terciario (servicios, turismo, comercio), suele traer muy malas consecuencias a medio y largo plazo. El nombre que recibe esta especialización excesiva es muy ilustrativo: monocultivo.

 

Cieza era no hace mucho un pueblo industrial. Había un sector agrario fuerte, pero la industria del esparto, aunque con la explotación laboral y las injusticias que nuestros mayores recuerdan, constituía una buena base de apoyo para el porvenir de los ciezanos y ciezanas, que siempre podían encontrar un empleo en el sector, o en la agricultura, que les evitase el mal trago de la emigración.

 

Pero todo esto cambió cuando el esparto, al calor de la mejora económica del país, dejó de constituir un elemento casi imprescindible en las vestimentas, bagajes e impedimenta de los españoles y sus actividades para convertirse en algo obsoleto. Las industrias esparteras cerraron una tras otra, ante el hundimiento de la demanda. No hubo tampoco un esfuerzo de modernización y de transformación de las antiguas fábricas en otras más competitivas o que elaborasen productos alternativos. Y la economía ciezana se resintió.

 

¡Y vaya si se resintió! Casi sin aviso cientos, miles de ciezanos y ciezanas se encontraron ante el paro y la miseria como únicas expectativas de futuro. No existía alternativa en Cieza, ya que la actividad agrícola era todavía muy tradicional y no empleaba grandes cantidades de mano de obra, aparte de los propios dueños de las tierras, muchas de ellas pequeños huertos familiares más que fincas. La única salida fue la emigración. Miles de ciezanos y ciezanas tuvieron que dejar su pueblo, su familia, sus amigos, y lanzarse a la aventura, ya fuese dentro del país, a Cataluña o Madrid, o fuera, en especial a Francia. El futuro de la ciudad parecía muy negro, debido al excesivo peso de un sector económico en la economía local y a su hundimiento.

 

Pero entonces la situación cambió. Hacía ya décadas que los cultivos de la Región de Murcia estaban transformándose y modernizándose, y en Cieza ocurría lo mismo. Pero faltaba el elemento fundamental para que los nuevos cultivos eclosionasen y cambiasen el paisaje y la economía regional y local: el agua. Un agua que llegaba en 1979 por primera vez a la Región con el trasvase Tajo-Segura, revolucionando su economía.

 

Cieza no fue una excepción. Los frutales de regadío se expandieron por todas las tierras disponibles, y su cultivo generó una demanda de mano de obra, eso sí, barata, que prácticamente aseguraba a los ciezanos poder quedarse a vivir en su ciudad. Después vino el boom económico, y muchos de los que antes se dedicaban a la agricultura se enrolaron en el pujante ladrillo. Para sustituirlos en el campo, miles de inmigrantes llegaron a nuestra localidad. Todo parecía ir bien, ya que buena parte de los ciezanos encontraba un trabajo, ya fuera en la localidad o en localidades cercanas, que les permitía seguir viviendo en Cieza.

 

Pero después todo se torció. La crisis y la recesión se adueñaron del país. La construcción se hundió. Los ciezanos que trabajaban en ella intentaron volver a la agricultura, pero los puestos de trabajo de ésta estaban ya cubiertos. Los salarios agrícolas bajaron, y eso para quienes tenían suerte de poder encontrar empleo en el sector. Volvió la emigración. Muchos se fueron a buscar trabajo a zonas menos castigadas por la crisis. En especial, los jóvenes, muchos de ellos con una formación excelente, pero sin posibilidad de encontrar en Cieza o alrededores un empleo adecuado a sus expectativas. Numerosos inmigrantes siguieron el mismo camino, y volvieron a sus países de origen o buscaron en otras latitudes nuevas oportunidades. De hecho, Cieza no sólo se quedó estancada demográficamente, sino que es uno de los pocos municipios de la Región de Murcia que, aunque poca, ha perdido población.

 

Y henos aquí, dependiendo en la actualidad en un altísimo porcentaje de la evolución de la agricultura para poder existir como ciudad. Si una helada, como ocurrió hace unas semanas, arruina parte de la cosecha, los beneficios y jornales que se pierden van a impactar de forma generalizada sobre la economía local. Los comercios bajarán sus ventas, y ello llevará al cierre de muchos de ellos o al despido de numerosos trabajadores. La bola de nieve irá creciendo, y el futuro de Cieza se verá, de nuevo, comprometido.

 

No es malo tener una pujante agricultura. Todo lo contrario. Lo malo es la dependencia casi absoluta que la economía local tiene de ella. Sobre todo si tenemos en cuenta que la agricultura es quizás la más expuesta de todas las actividades económicas humanas a los elementos naturales y a los vaivenes del mercado. Hay que diversificar la economía ciezana. Es necesario reindustrializar la ciudad, y hoy en día tenemos buenos elementos a nuestro favor, como son las buenas comunicaciones o la existencia de mano de obra bien formada.

 

Pero es difícil que esta industrialización se produzca de forma espontánea, que las empresas y los empresarios decidan motu proprio venir o crear nuevas industrias en Cieza. Por ello la intervención de las administraciones es fundamental, ofreciendo suelo barato, exenciones fiscales, infraestructuras, todo aquello que haga atractiva Cieza a las empresas. Y esta actuación ha de ser decidida. Se debe buscar y hacer propuestas a las empresas, no sólo esperar a que vengan. En mi opinión, hasta ahora no se ha hecho demasiado para lograr este objetivo: las actuaciones han sido puntuales y deslavazadas, cuando no contraproducentes.

 

¿Y qué decir del sector servicios, y en especial del turismo? Cieza cuenta con unos excepcionales atractivos para atraer un turismo de calidad. No es necesario describir todo lo que nuestros alrededores atesoran en cuanto a paisajes, yacimientos arqueológicos, biodiversidad, deportes de aventura, etc. Pero Cieza no cuenta con unas infraestructuras turísticas suficientes para atender a quienes vienen a visitarnos, por lo que las más de las veces los turistas deben alojarse y comer en municipios cercanos. Es decir, son otros quienes obtienen beneficios de nuestros atractivos turísticos. Aquí se nota una falta de empuje o iniciativa del empresariado ciezano, y también la falta de apoyos de la administración local y regional, que promociona por todas partes los encantos de Cieza pero después no se preocupa demasiado del beneficio que pueden originar.

 

El desarrollo de la industria y del turismo generaría muchos puestos de trabajo, normalmente mejor remunerados que los empleos agrícolas. El nivel de vida de la población en general subiría, y con él el consumo, lo que ejercería un efecto tirón sobre el comercio, otro gran pilar de la economía local. Pero además producirían un efecto estratégico importantísimo, ya que, sin perjudicar al sector agrícola, diversificarían el tejido productivo de la ciudad y lo harían más sólido, más resistente. Por decirlo de otra forma: darían a Cieza y a los ciezanos y ciezanas unas mejores perspectivas de futuro, de las cuales, hoy en día, carecen.

 

No es fácil. Pero se debe intentar. Porque nuestro futuro depende de ello.

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