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Viernes, 26 de Abril del 2024
Saturday, 18 July 2020

¿Solo aprendemos a palos?

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Tino Mulas Tino Mulas

CLR/Tino Mulas.

Ya está. Por fin se han tomado medidas para evitar un nuevo desastre. Y todos sabemos el por qué.

Los brotes de Covid-19 empezaban a parecerse a las burbujas en el agua caliente. Al principio no se notan. Después algunas, tímidamente, suben a la superficie. Y cuando el agua hierve se desata un torrente incontenible de burbujas que nos dice, simple y llanamente: ya no puedes tocar, te quemarás.

 

Llevamos desde marzo (probablemente bastante antes) metidos en danza. Las hemos pasado de todos los colores, casi todos oscuros. Hace un mes parecía que la cosa se iba arreglando. Pero el peligro estaba ahí, agazapado. Y la actitud irresponsable, egoísta, suicida incluso, de muchos, ha tenido como consecuencia que nos veamos de nuevo al borde del precipicio.

 

Ya he hablado de esto en otras ocasiones. Antes de que hubiera que tomar medidas frente al abismo que puede tragarnos. Y no me alegro en absoluto de haber acertado. Porque eso significa que muchos, muchísimos de mis conciudadanos no han cumplido con su obligación y nos han puesto en peligro a todos.

 

Escribo esta columna el martes 14 de julio. Hoy se ha puesto en vigor la obligatoriedad de llevar mascarilla en cualquier tipo de actividad y situación en la Región de Murcia. Y se ha hecho porque en la Región de Murcia, aunque con muchos menos rebrotes y contagios que en otras comunidades autónomas, la cantidad de nuevos casos estaba a punto de convertirse en preocupante, lo cual ya ha ocurrido en otros lugares. Así que el gobierno regional ha decidido, con absoluta razón, que se acabó la tolerancia en la cuestión de la autoprotección.

 

E incluso como el ejecutivo regional en general y la consejería de sanidad en particular saben de qué va la cosa, han solicitado al gobierno central que actúe de forma contundente contra quienes se salten el confinamiento al estar contagiados o ser sospechosos de estarlo. También ha decidido que quienes incumplan la norma de llevar mascarilla serán multados con 100€. Y ¡oh, milagro!, las calles de la Región se han visto inundadas de personas que llevan la mascarilla como Dios y las normas de seguridad mandan.

 

Hasta que llegamos a la nueva normalidad el estado de alarma permitía la adopción por las autoridades de medidas coercitivas que obligasen a la ciudadanía a cumplir las instrucciones de sanidad contra la pandemia de Covid-19. Y ese cumplimiento, aunque en buena medida forzado, nos permitió doblegar la famosa curva y salir por fin a la calle a pasear y trabajar. Pero había que prevenir un rebrote, ya que el virus no había desaparecido sino que dormitaba, al acecho, presto para atacar al menor descuido. Y el descuido era tan simple como dejar de llevar mascarilla, como juntarse en grupos concentrados y sin protección, como no lavarse las manos tras tocar algún posible foco de contagio.

 

La cuestión es que al terminar el estado de alarma las comunidades autónomas no tienen potestad legal para decretar, por ejemplo, confinamientos generalizados. Ello resta rapidez y eficacia a la hora de tomar medidas contra la extensión de la Covid-19. Pero sí la tienen, por ejemplo, para tomar medidas como la obligatoriedad de llevar mascarilla.

 

Vamos al grano. Si se nos obliga a llevar mascarilla será porque hasta el momento no la llevábamos como debíamos. Y eso me hace pensar que, lamentablemente, los ciudadanos de nuestro país, o al menos una parte notable, no cumplen con sus obligaciones. Aunque sean en su propio beneficio y en el de sus familiares y amigos. Y ello me resulta en primer lugar desconcertante. Porque yo pensaba que nuestro pueblo, nosotros, habíamos llegado a un grado de madurez y de civilidad suficiente para hacer lo debido. A la vista está que no. Y en segundo lugar, decepcionante, porque como educador siempre he intentado inculcar en mis alumnos el sentido de la responsabilidad y la preocupación por el bien común, y veo que en buena medida mis compañeros docentes y las familias hemos fallado en nuestro objetivo. Porque quienes han protagonizado una parte importante de la irresponsabilidad y de la falta de respeto a las normas que nos deben proteger de la pandemia han sido, precisamente, los jóvenes.

 

No solo ellos. No todos ellos. También hay mucha gente de otras edades que no ha cumplido con su deber. La irresponsabilidad de todos me resulta, como conciudadano y compatriota, tremendamente penosa. Porque parece que en esta sociedad nuestra lo único que importa es hacer lo que a uno o una le apetezca, no comprometerse con los demás, poner siempre nuestros derechos por encima de nuestros deberes. El hedonismo, en suma, puro y duro. Eso sí, cuando por nuestra causa las cosas salen mal, la única reacción es buscar a diestro y siniestro a quien culpar por nuestras faltas.

 

Así que está bastante claro que el viejo método de acción-castigo todavía sigue estando en vigor. Si se nos pide por las buenas que usemos las mascarillas y mantengamos la distancia social, muchos no cumplen (no me incluyo entre ellos, lo de generalizar lo malo cuando no somos culpables me parece ridículo y estúpido) porque no les da, literalmente, la gana. Y puede verse sin problemas en la calle, plagada de gente sin mascarillas. Ahora bien, en el mismo día en que se empieza a multar con 100€ a quien no la lleve, ver a alguien sin ella se hace difícil. Lo que me hace suponer que eso de que la letra con sangre entra, que debía estar completamente superado, no ha perdido mucha vigencia.

 

Y es que a la fuerza ahorcan.

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